il film è raccontato in modo non lineare, ma poi alla fine tutto torna, cavolo, se torna...
la storia è una storia antica, che è sempre attuale, una tragedia greca che si ripete, gli umani sono sempre gli stessi.
una storia d'amore e morte, di genitori e figli, di rimpianti e tragedie, di bugie e verità, di disprezzo e riscatto, di perdono e futuro.
insomma, niente resta escluso.
Jaime Rosales è bravo e Petra (Bárbara Lennie, Alice in Los renglones torcidos de Dios, di Oriol Paulo, e Barbara in Magical girl, di Carlos Vermut) è straordinaria.
buona (enigmatica) visione - Ismaele
…con Petra, Rosales reafirma de nuevo la
universalidad y atemporalidad de la tragedia clásica; de una forma de seguir
hablando a través de ella sobre temas inherentes a la condición humana como son
la identidad, la crueldad, la verdad y la mentira, la redención y el perdón, la
venganza, el odio, el amor, las relaciones de poder o la muerte.
Sin embargo, en la tragedia de Rosales también
hay una clara voluntad de distanciamiento respecto a la clásica de la que bebe,
de tomarla como referente y hacer de ella una singular y sugerente recreación.
Pues a diferencia de lo que sucedía en la tragedia griega, donde el relato
concluye de una forma trágica, aquí el descubrimiento de ese saber ignorado
parece quedar en un segundo plano dejando paso a una reflexión más optimista.
Y es quizá esa puerta abierta de la secuencia final la
que también quiere dejar abierta Rosales con esta
obra: la misma constituye un punto de inflexión en la filmografía de un
cineasta singular que difícilmente llenaba las salas de cine. Pues como el
mismo director ha declarado en distintas entrevistas, tras una crisis personal,
con este filme, pretendía llegar a un equilibrio entre arte e industria: seguir
con ese cine de autor que le caracteriza, con temáticas personales, pero sin
renunciar por ello a un cine capaz de reunir una mayor presencia de público.
Pues, al fin y al cabo, como declara el director, el cine es arte e industria,
algo personal y a su vez colectivo.
Petra comienza
en el capítulo segundo de su historia, un episodio que vendrá precedido de un
rótulo en el que se desvelará su contenido, y que trata de cómo Petra, una
idealista pintora enamorada del concepto platónico de la pureza artística,
conoció a Jaume, un prestigioso artista a quien visita con la intención de
acercarse a su obra y su forma de trabajar como herramienta de aprendizaje y
mejora en su proceso creativo. Con la presentación del tercer capítulo –segundo
según el orden cronológico–, nos daremos cuenta de que la película seguirá esta
tónica de desvelar acontecimientos de absoluta relevancia para la trama, técnica
para dirigir nuestra atención, permitirnos que dejemos de pensar en el posible
desenlace de cada acción y centrarnos, sin distracciones ni impaciencias, en la
correcta diégesis argumental. En su adscripción al cine de la crueldad, Jaime
Rosales presenta una intriga hanekiana hasta la médula, que se recrea, no tanto
en la estética del sufrimiento promovida por el director austríaco, sino más
bien en la teoría de una tortura psicológica desmedida y, en apariencia, sin
fundamento. Sin embargo, esos títulos que parecen arrojarnos spoilers a cada
momento, no serán tan relevantes como cabría imaginar, sino que su función será
desviar nuestra atención para conducirnos a una exégesis final sublime y de
gran impacto.
A diferencia de Haneke, Rosales sí protege al espectador
de la sobreexposición a lo doloroso y lo desagradable, lo mantiene en un
segundo plano, no lo hace partícipe sino que lo alza a una posición de jurado
para que decida la severidad con la que quiere posicionarse en contra de ese
artista tiránico que se ha propuesto destrozar la vida de quien se cruce en su
camino. El silencio y los espacios vacíos que quedaban rellenos por medio de la
violencia se verán ahora inundados por una incesante y desagradable perorata
con la que el escultor presenta su antipatía hacia el resto del mundo. Desde el
comienzo, Jaume deja claro que lo único que le proporciona placer en la vida es
la humillación y el sufrimiento ajeno, sentirse superior al resto del universo
y subrayar su posición ostentando una postura suplicante de quien recurre a él.
No tardaremos en comprender, viendo las muestras de apatía y desinterés que el
idolatrado artista deja a su paso, que su actitud vejatoria se debe, en
realidad, a un profundo sentimiento autodestructivo que busca una respuesta a la
altura de su vehemencia, por ello su imaginación no descansa en la búsqueda de
nuevas formas de provocar dolor y padecimiento, sino que anhela una posible
confrontación que le devuelva la ilusión y la emoción, para poder sentirse vivo
una vez más.
Llegando al tercer cuarto de metraje todo
sufrirá una alteración perceptiva cuando nos demos cuenta de que el falso
narrador, aquél desde cuya perspectiva están escritos esos títulos que separan
los capítulos, es una voz poco fiable que ha podido estar mintiéndonos o, al
menos, ocultando lo realmente importante de cada escena, para hacernos caer en
su juego de traiciones de confianza. En el desenlace todo cobrará sentido, la
aparentemente desordenada presentación de cada capítulo es entendida ahora como
una cuidadosa estrategia de revelado progresivo de información para conducirnos
a una anagnórisis exitosa con la que, por fin, entender que el perverso maestro
logró su propósito, aunque no todo salió como tenía planeado. Petra es
un ejercicio de gran solidez y muy bien trazado, que consigue algo tan
complicado como hacer de su guion la principal baza narrativa, sin escudarse en
espejismos o desmesurados recursos de montaje; una narración tan cruda como
inteligente sobre la tiranía en su estado más salvaje.
…Me ha gustado bastante tanto por
interpretaciones , como por la trama y por el gusto con la que está llevada .
En ocasiones te puede parecer densa y monótona pero son de esas películas que
merece dar una oportunidad.
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