il film segue Paul e i suoi amici, nelle avventure della musica e delle loro vite.
il periodo su cui si focalizza il film è la fine del XX secolo, a Parigi (e per una piccola parte negli Usa), quando un paio di dj creano un gruppo e vivono del loro lavoro (peccato spendano più delle entrate).
nelle mani di Mia Hansen-Løve i giovani attori e attrici danno il loro meglio, le vite di quei ragazzi e quelle ragazze che crescono vengono osservate e mostrate, e ti affezioni.
è un film pieno di musica, anche se non è un film musicale.
buona (garage) visione - Ismael
…Eden è
un film sulla ciclicità della vita, necessario ricambio di energia che pretende
il superamento del presente, la sublimazione dei rari momenti di felicità quando
ancora tali non ci sembrano e diventano subito ricordi. La Hansen-Løve riesce
con grande sensibilità a tratteggiare il momento in cui i ricordi diventano
rimpianti.
Per concludere una postilla: non è certo
condizione necessaria quella di essere un amante della musica elettronica per
apprezzare questo film, quella sufficiente è amare il cinema che, raccontando
una storia così particolare, racconta di tutti noi.
… Con una narración principal que podría
antojarse repetitiva, sin ir a parar a ninguna parte, logra dibujar con
exactitud el sentir de toda una generación, detenida en el tiempo en cuanto a
sus ambiciones y propósitos, mientras todo alrededor suyo avanza a un ritmo
vertiginoso. Gracias a una estructura episódica pero a la vez muy unificada y
fluida, apoyada en una fotografía natural y orgánica, Eden nos transmite por
tanto esa curiosa relación entre la inmovilidad y el progreso, por así decir,
en una dinámica que se presenta muy fructífera para una película. Y es que esas
dos líneas opuestas proporcionan todo el conflicto que sólo a primera vista, y
cómo se le podría injustamente criticar, parece faltarle al protagonista. Este
sí sufre, pero lo hace internamente casi hasta el final de la película, cuando
su ilusión se derrumba y adquiere por fin conciencia de la falta de futuro de
su empresa. Entretanto sin embargo hemos podido asistir desde una posición
privilegiada a su detallado desarrollo, gracias a su componente autobiográfico,
que permite además seleccionar con gran acierto e impacto las mejores canciones
house. Es todo un regalo para quien sepa apreciar mínimamente esta música,
sumiendo al espectador en un asombro y en una excitación que a diferencia de
quienes la protagonizan se mantienen durante toda la trama. En definitiva,
estamos ante el trabajo más maduro y estimulante de Hansen-Løve hasta la fecha,
porque consigue combinar con excelentes resultados su estilo visual impalpable
con un fondo narrativo igual de volátil.
…Mia Hanse-Love
sabe narrar un momento de apogeo como un espejismo y una depresión como una
oportunidad. De hecho, es lo que mejor sabe hacer. Las noches de Eden pasan de ser el
período de euforia y armonía para ser el espacio de la soledad, como ocurre en
uno de sus muchos paralelismos, cuando Paul se emborracha en un barco que
habíamos visto antes como el origen de su pasión musical. O también cuando Paul
se besa en el coche con Louise e inevitablemente recordamos el primer beso que
se dieron, mucho antes de estar juntos y separados y tener hijos y problemas;
al menos la chica, ya que Paul continúa encaramado al carrusel de sus discos de
vinilo, un sustituto del carrusel de infancia que perpetúa una adolescencia
congelada. Sus discos empiezan a almacenar surcos, ralladuras, imperfecciones;
cada vez giran más lentos y, curiosamente, cada vez resulta más difícil bajarse
de ellos, por lo que producen el mareo y la náusea del protagonista –y del
espectador que vive a la espalda de este–.
En las dos
primeras peliculas de Mia Hansen-Love, el cambio personal era brusco y obligado
por el mundo externo. En la tercera provocaba un intento de suicidio que, por
fortuna, quedaba sin consumación. Y ahora, en Eden, este cambio está planteado
como una verdadera caída al suelo, a la tierra, a la realidad…
…Mia
Hansen-Løve es notable poniéndose en la piel de la adolescencia, los 20 y los
30, lo fresco, el crecimiento hacia la adultez, mostrando suma espontaneidad y libertad
pero su infaltable madurez en el trayecto, como en su anterior película, Un
amour de jeunesse (2011), donde el primer amor de Camille (Lola Créton) duele
tanto superarlo, a un Sullivan (Sebastian Urzendowsky) muy atractivo pero harto
independiente, el típico dolor de cabeza, que viaja y la abandona, mientras
ella tiene que crecer, con lo que Mia Hansen-Løve maneja mucho romance, poética
llana sin rubor, que finalmente palia o balancea con su toque de naturalidad,
realismo e interés dramático sin exagerar, en el centro y mayoría del filme,
hasta tomar aire y renovar el elemento pasional, de lo que ella está al tanto
de no empalagar, como desliza un diálogo tras ver una película, vaya,
romántica. Y es que en nuestros tiempos hacer buen cine de éste género no es
cosa fácil, pero ella lo maneja muy bien, y se debe a su habilidad de ponerse
en el lugar de los “chiquillos” (una buena historia digamos que aguanta un
físico sin cambio notable), que como se expresa en otra parte, no se preocupan
de nada serio, buscan el placer. El cine de Mia Hansen-Løve es como manifiesta
su séptimo arte, no apunta a lo intelectual, lo importante es aquella época de
efervescencia, errores, apasionamiento y descubrimientos de la primera
consciencia, de la que nos define como quienes somos individualmente.
…El mismo hecho de
que durante los veinte años el aspecto de Paul apenas cambie representa esto
también. Es curioso como el aspecto físico de los personajes cambia dependiendo
del estado de su alma (por decirlo de alguna forma) durante sus arcos de
transformación (cuando los ahí).
Es un largometraje
muy sutil, pausado, sin grandes aspavientos ni similares. Pero es el tono que
necesita. Y esto lo hace tanto en ritmo cinematográfico, el tono, así como en
la historia. Me gustó mucho, por poner un ejemplo, el tratamiento que se le da
a las drogas. No se las pone de buenas o malas, ni a los personajes que las
toman. Sino que se encuentran dentro de sus vidas, siendo una parte más, muy
natural de ellas. Y es que, en la gente que las toma, así es como funciona.
El único problema
de «Eden» es que su metraje resulta excesivo, le
sobran unos cuantos minutos. Pero, sin este detalle sería una película redonda
la de Mia Hansen-Love. Por lo menos desde mi punto de vista. Primordialmente
porque representa a la generación «joven» de hoy en día. A este grupo de 40 –
20 años que nos enfrentamos al mundo ahora y queremos cumplir nuestros sueños.
Que nos da miedo el futuro, nos da miedo la sociedad y queremos ser libres.
«Eden» nos
muestra su parte buena y su parte mala. Y sobre todo nos dice una cosa: haz lo
que creas que debas hacer con tu vida. No dejes que nadie te diga lo contrario.
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