Eskil Vogt, già sceneggiatore del grande film Thelma, di Joachim Trier, dirige il suo primo lungometraggio, con una storia nella quale la scrittura è protagonista, nel creare mondi (paralleli), molto vicini.
una donna diventa cieca e non riesce a imparare la nuova condizione e a rassegnarsi, scrivere l'aiuterà.
bisogna lasciarsi prendere per mano dal regista e avere fiducia, alla fine non sarete delusi.
buona (non vedente) visione - Ismaele
ps: il protagonista ha una somiglianza vaga con Salvini, è più magro e sopratutto è più intelligente e sincero. non fatevi turbare da questa somiglianza, Eskil Vogt non c'entra.
…C’è
una meravigliosa ragazza cieca, Ellen Dorrit Petersen l’attrice, glaucopide
come elfa, lattea quasi albina, nascosta tra gli spazi di un appartamento
disadorno simil vuoto, che (non) guarda e ascolta suoni da una finestra, mentre
immagina vite possibili dentro traiettorie impercettibili. Il gioco è già visto
altrove, è il cinema alla maniera di Spike Jonze, di Charles Kaufman, anche del
primo Nolan: realtà che partorisce la fantasia che possiede la realtà, in moto
centrifugo dal sesso e centripeto verso la solitudine, dove il non vedente muta
continuamente ma resta non visto. Mariti non vedono desideri di mogli, guardoni
ninfomaniacali (lampi che guardano a Von Trier) vivono trapassati da sguardi
indifferenti visibili come ombre solo nelle celebrazioni della strage, alterego
vogliose virtuali sfogano pulsioni di maternità nell’’umiliazione del
tradimento e dell’abbandono.
Il disegno è preciso, questi codici di geometria esistenziale potrebbero
affascinare se liberamente percepiti nel caos della visione, invece procedono a
tentoni su un percorso obbligato, con cane e bastone verrebbe da dire. Le
immagini e le vite immaginate restano gravate da una scrittura che vede ma non
sente, e siamo a chiederci se tutto questo significhi al di fuori e al di sopra
dell’esercizio – pur pregevole – di stile. Daremmo gli occhi per una visione
eretica, non sopportiamo invece di rimanere nudi e costretti inani dinanzi ad
una finestra chiusa da altri, dobbiamo uscire e quindi lo facciamo tornando a
lui, a Morrisey, alla sua I Am Blind.
…Esta
acertada ópera prima versa también en menor medida sobre la inadaptación a una
minusvalía física, de ahí la referencia explícita al filme de Peter Bogdanovich
titulado “Mask” (1985). “Blind”,
al igual que el citado clásico, posee múltiples ingredientes que harán que el
espectador no pierda el foco de atención. Vogt sabe cuándo introducir el humor,
el sexo, la ironía o el drama. Compensa muy bien todos estos elementos en un
relato donde irónicamente, a pesar de que habla sobre la ceguera, destaca el
poder de sus imágenes. Esto es así hasta tal punto que cuando la pantalla se
viene a negro, en unos momentos muy concretos, el espectador anhela ver cuál
será el siguiente plano. Es donde uno se hace consciente lo atado que está a la
narración. Además, consigue que un elemento tan tedioso como puede ser la voz
en off, te lleve en volandas durante todo el metraje, adentrándonos
directamente en lo más profundo de la mente de esta escritora ciega gracias a
ese constante monólogo interior. Todo para ayudarnos a ver cómo percibe ella la
realidad, sus fantasías, sus miedos y por supuesto, sus deseos.
…Vogt, que debuta en el largo, permuta la realidad
cotidiana de esta Ingrid con las maléficas fantasías que va entretejiendo en su
Mac, producto de horas y horas en la soledad (y la oscuridad) de un nuevo
apartamento del que no se atreve a salir. Estos saltos entre realidad y ficción
dentro de la ficción, esta meta-ficción, aunque confusa en los tramos iniciales
de Blind,
cuando aún Vogt anda pormenorizando los hándicaps que el personaje de Ellen
Dorrit ha de afrontar, va tornándose evidente a medida que avanza la narración
y aporta un interesante desdoblamiento, casi lynchiano. Un psicólogo
encontraría aquí sobrados ejemplos de ansiedad anticipatoria e indefensión
aprendida. Ahora más que nunca, ahora que no puede ver, los fantasmas sólo
están en su imaginación.
Blind es una apuesta decidida y sin condiciones
por la tan cacareada “normalización”. Por no dar pena. Quizá porque todos,
ciegos o no, podemos dar mucha pena (fuera de Facebook, se entiende).
Pero Blind no
sería viable sin su actriz principal. Acabada la película uno tiene que
googlearla para confirmar que no es ciega de nacimiento. Dorrit lleva el
concepto de expresión corporal al nivel de la autosugestión. La mirada que
transmite el sobresalto perpetuo, el mirar sin ver, el oír con los ojos. Vogt
le debe a Ellen un mundo, y el cine, como la mentira que es más real que la
realidad, en parte también.
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