sabato 2 luglio 2022

Simon killer – Antonio Campos

una bellissima sorpresa, questa terribile storia di un americano a Parigi. 

i protagonisti sono due bravi registi, Brady Corbet (Simon) e Mati Diop (Noura), e sono bravissimi.

alla lontana ricordSynonimes, di Nadav Lapid, la storia di un espatriato a Parigi.

Simon è un campione del mondo dei bugiardi, non sappiamo se se ne rende conto, o è fuori di testa completo.

comunque sia, il film è avvincente e inquietante, inizi a vederlo e non te ne stacchi più.

buona (ottima) visione - Ismaele




Llevando al extremo el punto de vista mediante un uso del lenguaje audiovisual marcadamente narrativo (donde el sonido y el empleo de la música adquieren una importancia capital), Campos plantea una obra fuertemente psicológica, en la que la distancia de la cámara en las diferentes secuencias de sexo que pueblan la película o el descabezamiento de los personajes mediante el encuadre, enfatizan el desapego emocional de su rol protagónico y el materialismo por el que rige su existencia, ya sea el de la mujer como puro objeto y recipiente con el que saciar su apetito sexual (físicamente o virtualmente) o el dinero para seguir manteniendo su particular castillo de naipes. Por esa misma razón, por no sentir nada más allá de lo puramente físico, Simon rechaza ver el rostro en el momento que mantiene relaciones sexuales, ignorando la identidad ajena para focalizar su máximo interés por un cuerpo que tanto desea. Mientras el juego genérico difumina los límites de Simon Killer y sumerge sus imágenes en un contexto de materialismo y superficialidad tan desencantado como descorazonador, el embrionario estado psicopático de su personaje principal empieza a eclosionar en el seno de una juventud desnortada y sin rumbo, consolidando la voz propia de un cineasta tan interesante como prometedor.

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Con una mirada seca y dura potencia la fuerza connotativa de lo visual mediante una puesta en escena fría y austera, con sutiles zooms en retrocesos que van enmarcando gradualmente la visión. Una elección estilística que mantiene oculto lo inaccesible pero que muestra su fuerza  desestabilizadora. Esta modulación permite cierto espacio para lo dislocado dentro de esa debilidad de Simon, de niño desamparado y perdido, perfectamente tejida en una planificación visual morosa, donde la acción  bulle a fuego lento y sostiene una tensión en sutil crecimiento. Si bien, Antonio Campos no nos deja acercarnos a la evidencia, aún así siempre sabe trascendir la banalidad de lo real, esa áspera filmación del sexo por ejemplo, y nos embarga en una intranquilidad pegajosa. De esta manera, estos tres films nos están hablando de la disolución del yo, del borde del precipicio, cada una desde una apuesta de la sustracción: una depuración en las formas visuales y narrativas que vienen a sumar vías secundarias dentro de los espejismos de la ficción, aquí proyecciones del horror, antes que éste eclosione y contamine con su poder.

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E Campos  (Buy It Now, 2005; Christine, 2016) – firma unica alla sceneggiatura del film, ricavata da un soggetto scritto insieme a Corbet e Diop, mentre al montaggio è stato affiancato da Zachary Stuart-Pontier e Babak Jalali – costruisce lo smarrimento e l’abisso senza dare nessun nome alla tensione muta che attraversa il film, la lascia apparire a un certo punto, la trattiene, la confonde,  accosta e separa piccoli slanci e grandi  implosioni emotive, disloca e nasconde le loro traiettorie, in un flusso di senso come una vertigine che stordisce e ribalta la scansione del tempo, mette a duello l’immagine e il suono contundente, violento, che penetra e squarcia l’immagine, la vìola. Incrocia  Haneke, Dance Yrself Clean degli LCD Soundsystem  ed estetica pop, di questa ne graffia l’ideologia, decentra, rende parziali, incomplete le sue ossessioni, i suoi corpi.  Meno ortodosso di AfterschoolSimon Killer non è meno teorico, forse solo più libero, riesce a  dire di più del cinema di Campos, nel suo ritornare a filmare la questione dello sguardo:  che non è più quello esterno, tirannico, invisibile del suo film precedente, ma è assimilato ormai da un reale che è di tutti: collettivo, frammentato, ingannatore, una menzogna. Che cancella ogni possibilità d’assoluto,  che mostra l’ottusa sterilità del nostro feticismo scopico. Simon Killer è li a praticare lo svelamento clandestino. È  paradossale resistenza.

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