quando ancora i criminali argentini erano al potere, alle maglie della censura esce questo film e fu un successco.
attori bravissimi nelle mani di un grande regista con una sceneggiatura a orologeria, fino all'ultimo minuto.
un ex sindacalista diventa capo cantiere e un vecchio compagno lo coinvolge in una truffa ai danni del padrone,
poi estrano in gioco gli avvocati, ma Pedro Bengoa (Federico Luppi) non riescono a farlo parlare.
è un film sul potere, sullo sfruttamento del lavoro, su un sistema giudiziario nelle mani dei potenti, con le Ford Falcon che scaricano cadaveri in strada.
un gioiellino da non perdere, promesso.
buona (silenziosa) visione - Ismaele
QUI il film completo, in spagnolo, naturalmente
Pedro Bengoa (Federico Luppi) es un ex-sindicalista que desesperado acepta
un trabajo con mucho riesgo en una cantera con el uso constante de explosivos.
Pero su padre le dice que lo ha decepcionado, es decir se ha vuelto dócil con
la lucha por los derechos laborales, con defender cierto socialismo digamos,
esto le queda en la mente a Pedro pero no lo dice en ese momento. Luego Pedro
trata de ser sumiso, pero cuando un amigo le ofrece engañar a su empresa, es
decir, sacarle la vuelta al capitalismo, primero se enoja, se hace el loco,
pero luego acepta el plan, un buen plan, aunque enfrentaran también un lado
criminal que tiene la empresa y que lo meterá en cierta terrible tensión y
latente peligro. Bengoa tiene que ceñirse fiel al plan, para ello incluso se
pone cinta en la boca por las noches, no debe hablar nunca, por nada del mundo.
El dinero no es solo lo que busca, quiere darle un gran golpe a la empresa,
desprestigiarle y es que ponen realmente en peligro a sus trabajadores y lo que
supone la elipsis de las reivindicaciones sociales. Es una lucha contra el
poder pero también el poder que tiene ramificaciones criminales. Bengoa es un
especie de héroe de alma sindicalista, como su padre deseaba y a quien le tenía
devoción y no quiere traicionar. El filme de Adolfo Aristarain pone como
compañero de Bengoa en el plan en ejecución a un abogado mercenario, como el
mismo se hace llamar, a Larsen (Julio De Grazia), que es todo un personaje,
gritón, efusivo, intenso, histrión, en una muy buena interpretación. Bengoa
puede ser un poco frío, con la muerte que presencia, pero tampoco es su culpa,
el plan lo es todo, incluso cuando su mujer quiere dejarlo por tanto conflicto,
que ella cree algo descabellado de él. Bengoa, el gran Federico Luppi, lo hace
muy bien, con gestos sugerentes sin hablar, pone emociones visuales, en un tipo
que no es de llamar la atención, sino es de perfil bajo, y eso lo hace más astuto,
porque se guarda todos sus pensamientos, como el literal silencio lo hace
ver.
...Las actuaciones, las tres principales, están a la
altura. Ya todos conoce a Luppi imagino. Para los de otros lados, decir que
Dumont no se queda atrás, de hecho han hecho muchísimas películas juntos. Los
demás también son todos actores conocidos, y que han trabajo en muchas pelis
juntos: Ranni, De Grazia, Haydeé Padilla, entre otros. Para los jovencitos,
decirles que esto era un repartazo. Los que tienen mi edad o más, sabrán ya de
que les hablo.
¿Qué destaca? La sensación de amenaza. A lo largo de
todo la peli se respira eso. Amenaza en la minas, amenaza en los dueños de la
empresa, y amenaza luego durante el juicio. El clima esta muy bien logrado.
Tensa peli, que los atrapará sin lugar a dudas.
Por supuesto, cuando uno reseña una peli que no vio
recientemente, omite detalles puntuales que surgen de los visionados frescos,
pero aún así el recuerdo en este caso, estoy segura que no dista de la real
calidad de la película. Por supuesto, los ambientes son claros reflejos de la
decoración de aquella época, la ropa, todo; y que quizá no era algo muy bonito
que digamos, jajaja pero que eso no les impida ver la peli.
A los que quieran encontrarla por la web, es posible
que los videoclubs ya no la tengan, y en otros países ni se gasten porque
difícilmente la encuentren, decirles que esta en youtube, por partes, en una
excelentísima calidad de imagen y sonido. Así que no tienen excusas.
Ya me dirán.
…Si hoy en día la película de
Adolfo Aristarain soporta cualquier revisión, en el momento del estreno, 30
julio de 1981, su aparición tomó a todo el mundo a contrapierna. A los
espectadores, que desde La Patagonia rebelde no habían tenido ocasión de
asistir a semejante denuncia en bloque del sistema capitalista, a tamaña
muestra de coraje y rebeldía. A una película que en plena dictadura militar se
atreviera a mostrar la persecución sindical y empresarial, los aprietes, el
fantasma de la tortura, la autocensura, el silencio que desde el estado se
propagandizaba no como consecuencia de la represión, sino como forma de salud.
Los sorprendidos no fueron sólo los espectadores, para quienes la película la
revancha del obrero de demoliciones (como las de Cacciatore) representó una
válvula de escape durante seis meses (lapso que hoy en día sería varias veces
impensable), sino también las esferas oficiales, que de tan brutas no se dieron
cuenta de qué hablaba la película.
Al “célebre” Ente de Calificación
Cinematográfica (la censura, bah), comandado por el nefasto Néstor Paulino
Tato, se le escapó la tortuga. Un poco porque sus miembros insólitamente se
dejaron llevar por su entusiasmo (según dicen, cuando vieron Tiempo de revancha
quedaron chochos, y por lo visto la chochera los cegó) y otro poco por la
astucia de zorro viejo de uno de sus productores, Héctor Olivera (director de
La Patagonia rebelde, justamente), que jugó con habilidad sus cartas. “Hubo
preocupación con la censura ya que alguien comentó que el film trasuntaba un
tufillo marxista”, recuerda Olivera, fundador del sello Aries junto con
Fernando Ayala. “Nos jugamos a no presentar la copia al Instituto hasta último
momento, por lo que, fijada la fecha del estreno para el jueves 30 de julio,
lanzamos la publicidad el domingo anterior y el lunes 27 la presentamos a
calificar, especulando con que si la censuraban sería un escándalo público.” Y
no la censuraron. Recién después del estreno algunos hombres de uniforme
cayeron en la cuenta de qué iba la película. Aunque, seguramente por temor a un
escándalo como al que hace mención Olivera, se quedaron tan mudos como Pedro
Bengoa. Y el público llenó las salas.
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