un film complicato, la gente vuole fuggire, ma se si allontana lo fa di pochi chilometri, tutti sono scontenti, è un mondo difficile, come canta Tonino Carotone.
una Francia che non è mai Parigi, non ci sono gli Champs-Elysées, tutto si svolge nella Francia profonda, Marie alleva le pecore, per aiutare il padre, ma ne ha abbastanza, e incontra Leo, un insoddisfatto, che la
conquista (o viceversa), poi lui fugge, e quando torna scopre di essere padre.
e poi succedono (piccoli e significativi) avvenimenti.
Alain Guiraudie non delude mai.
buona (campestre) visione - Ismaele
ps: appare anche Raphaël Thiéry, poi protagonista del film Le vele scarlatte,
di Pietro Marcello.
Un film importante. Un film dove tutto è
inspiegabile eppure ben comprensibile. E ancora: un film dove si vuole partire
ma non si parte, un film che potrebbe sembrare una fiaba incantata e insieme
paurosa se non fosse girato in stile naturalistico, un film dove tutto è
rovesciato. Un film dove si desiderano persone di ogni sesso e dove un uomo
anziano è sodomizzato platealmente. Può esistere un simile film senza rivelarsi
un bluff? Esiste e si tratta del secondo titolo del concorso, Rester vertical di Alain Guiraudie. Un gioiello.
Rester vertical narra las desventuras bucólicas de Léo, un
director de cine atascado en la escritura de su último guion. Léo es un poco
cretino, un caradura que se aprovecha de las situaciones como puede. Este es el
primer elemento de distensión para generar comedia. Presiona a un chaval para
que se una su rodaje, se aprovecha de la soledad de una granjera para
llevársela a la cama y le saca dinero a su productor con la promesa de un guion
que nunca llega, y del que cada vez se siente más desinteresado. Islas cómicas
en un mar de solemnidad dramática. La película empieza muy seria, pero
evoluciona hacia el terreno de lo insólito, y la manera que encuentra para
hacerlo es una creciente comedia. Sin necesidad de acudir a lo disparatado, las
situaciones son cada vez más extravagantes. Para que esta mezcla de drama y
comedia funcione, se requiere un manejo excelente del tono por parte del
director. Más allá de debates estériles acerca de qué es más sencillo o
complicado, lo cierto es que moverse en terrenos tan pantanosos como los de Rester
vertical, tan confusos, tan voluntariamente indefinidos,
en los que alargar una décima de segundo el plano puede llevar la idea al
fracaso, requiere una mano maestra, como la que Alain Guiraudie demuestra tener.
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