durante la dittatuta franchista Luis García Berlanga gira questo film (sorvegliato da un prete censore), una storia neorealista, potrebbe essere italiana senza nessun dubbio, un gruppo di amici riesce a fingere un miracolo (come succede dappertutto), per divertirsi e fare un po' di soldi, e ci riescono.
san Dimas appare e la credulità popolare non aspetta altro.
un bel film, satirico, politico, censurato.
buona (santa) visione - Ismaele
QUI il film completo, in spagnolo
…Una pena que, ante tremenda brillantez, a
Berlanga le obligaran a transformar de golpe y porrazo las motivaciones de la
práctica totalidad de los personajes hacia el final del metraje, lo que da al
traste con el alcance último de una sátira a la que de haber dejado fluir por
sus cauces previstos, desde el argumento original creado por el director, bien
pudiera haber sido demasiado corrosiva para una España que no estaba dispuesta
ni preparada para asimilar un retrato tan descarnado de sí misma, ni aún
maquillado a través de la chanza y el esperpento. De este modo, el "final
feliz" impuesto por la Censura, así como la alargada y moralista
resolución de los conflictos planteados irrita precisamente por despojar a la
obra de una conclusión a la altura de su innegablemente gozoso planteamiento, a
lo que ayuda la molesta interpretación de un desubicado Basehart, estrella en
alza por aquél entonces y cuya presencia no logra ni siquiera rozar la
extraordinaria labor del elenco español, algo que también sucede con la
intervención (en exceso protagonista) del intérprete italiano Paolo
Stoppa, ligeramente sobreactuado y caricaturesco. Queda pues, la sospecha
de que estamos ante una de las más vitriólicas y espinosas sátiras del genio de
Berlanga, que termina quedando reducida a una sombra lejana tras la "fortuita"
intervención de la divina providencia.
…la primera mitad del film satiriza la fe oscurantista popular
más manipulable y el afán plutocrático de los sectores acaudalados de
Fontecilla, todo a través de dos apariciones bien apócrifas de San Dimas, uno
de los dos ladrones que fueron crucificados junto a Jesús de Nazaret, bajo la
apariencia del esperpéntico Don José y ante la mirada religiosa fanática de un
Mauro que no descubre el montaje de luces, música y fuegos artificiales para
convencerlo de la presencia milagrosa del santo en aquellas tierras y su ponderación
de las aguas locales, prometiendo volver cada jueves. La segunda parte de la
película, por otro lado, tuvo que ser negociada por Berlanga, el cual pretendía
un retrato funesto de la aquiescencia popular en materia de los delirios más
estrafalarios del poder, con la censura franquista del momento, de allí que
tuviese que lidiar con un tal Padre Garau que representaba al Opus Dei, no
interviniese en el rodaje de escenas adicionales para sumar durante la
postproducción -a cargo de Jorge Grau- y en general se viese obligado a
introducir en la trama un ingrediente fantástico muy influenciado por Milagro
en Milán (Miracolo a Milano, 1951), el clásico de Vittorio
De Sica, aquí la incorporación del mismo San Dimas, con el rostro y la
apariencia de un mago llamado Martino (Richard Basehart), cual alegoría
moralista alrededor del castigo posterior al engaño de los burgueses bajo la
forma del arrepentimiento o contrición de impronta cristiana, mucha idolatría
de por medio…
…Película que, por su temática,
tropieza, en primera instancia, con la fuerte intervención en el guión del
sacerdote y censor padre Garau, impuesto por los productores y a quien Berlanga pretendía
situar en los créditos como verdadero responsable de la historia. Sin
olvidarnos de las numerosas mutilaciones exigidas por la Junta de Censura, así
como del remontaje que los productores hacen a su aire y las secuencias
adicionales que rueda Jorge Grau a instancias de los nuevos dueños de la
empresa cuando el Opus Dei se hace cargo de ésta.
Lo que da como resultado, en
palabras de Carlos F. Heredero, un boceto
adulterado de lo que podría haber sido LOS JUEVES, MILAGRO;
aparentemente, una fábula satírica y maliciosa sobre la falsificación de un
milagro, apadrinada por las fuerzas vivas del pequeño y modesto balneario de
Fontecilla con la finalidad de conseguir un reclamo turístico y de levantar así
la economía del empobrecido lugar. Es decir, una nueva incursión por las
interioridades de una pequeña comunidad que decide refugiarse en la fantasía
para escapar de sus frustraciones materiales y de la pobreza de sus horizontes
vitales. Muy en la línea del “milagro americano” que
los habitantes de Villar del Río esperaban en Bienvenido, Mister
Marshall, de la guerra fantasiosa que planificaban los aburridos
burgueses de Novio a la vista o de la ilusión que
crea entre los pobladores de Calabuch la llegada de
un viejo y sabio científico.
El tratamiento de la
manipulación religiosa desde el prisma laico de Berlanga incluye
una consideración descreída sobre las motivaciones crematísticas del falso
milagro y la introducción del anzuelo turístico, ya considerado en 1957
como una importante fuente de ingresos para el país. LOS JUEVES,
MILAGRO muestra la utilización que los poderosos hacen en
beneficio propio de la ingenuidad de los débiles, ingenuidad también presente
en el hecho de esperar todo de los milagros. Una consideración
que permite conectar a la película, todavía, con el ideario regeneracionista de
la renuncia y de la autenticidad.
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