venerdì 19 febbraio 2021

Donbass - Sergei Loznitsa

una guerra lontana, ma vicina, di cui da si è parlato poco e male, se non per dare la colpa di ogni male alla Russia di Putin.

Sergei Loznitsa cuce degli episodi  come si deve, per fare un film che mostra e dice un po' di cose, per iniziare una guerra ci vuole un attimo, in confronto agli anni e decenni che serviranno, se basteranno, per costruire una pace vera, sopratutto in una guerra come questa, con la puzza della pulizia etnica.

non c'è niente da ridere, solo da soffrire e pensare, gran film da non perdere - Ismaele


 

 

Donbass è un film di menzogne e porte chiuse, pareti, passaggi a livello, posti di blocco. Fratture, separazioni, momenti di stallo. È la frammentazione dell’Ucraina, del Donbass, la moltiplicazione delle forze in campo, dalla milizia popolare all’armata ortodossa, dai cosacchi ai paramilitari ceceni, dalle forze armate ucraine alla guardia nazionale. Una frammentazione che diventa inevitabilmente caos; un caos che diventa inevitabilmente il nucleo narrativo di Donbass, il centro gravitazionale. A (ri)dare un senso e una lettura a questa frammentazione è il rigore geometrico di Loznitsa, la persistenza della sua messa in scena: si veda, ad esempio, la sequenza del secondo bombardamento e dell’agguato notturno, quando oramai combattenti e posti di blocco ci sembrano intercambiabili e sovrapponibili. I mezzi corazzati, le macchine e le tute mimetiche ci restituiscono un magmatico esercito in lotta con se stesso, in uno spaventoso brulicare di fascismi e fascisti – consapevoli o inconsapevoli.

Tragico. Grottesco. Lucidissimo. Ma soprattutto spietato. Il cinema di Sergei Loznitsa, sempre rigoroso nella messa in scena e nella stratificata scrittura, sembra essere (un po’) cambiato dopo Austerlitz. Non nella grammatica, ma nello sguardo. Sono cambiati i suoi personaggi, oramai lontanissimi dall’innocenza di Sushenya (Anime della nebbia). In questo senso, Donbass segna un passo ulteriore rispetto al precedente A Gentle Creature, una resa, una discesa negli inferi di un cambiamento impossibile. Macchina a mano o quadri fissi, con piani sequenza che si dilatano, restituendoci alla fine un mosaico completo e avvilente. E la distanza cercata, trovata e scelta da Loznitsa ci sembra davvero quella giusta, forse l’unica possibile. Forse è la distanza di Sushenya. Lo sguardo di Sushenya.

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Quizás el punto débil de Donbass sea ese desamparo como espectador que uno siente al no saber de qué lado ponerse ni saber poner en perspectiva las situaciones (en uno de los momentos de la película a un personaje se le cuestiona de qué lado está: “con los buenos”, será su respuesta como muestra de que ni siquiera muchos de los implicados sabían de qué lado ponerse). Pero en definitiva es el desamparo vital que sienten los personajes de Loznitsa, envueltos en un caos en tiempo real donde las banderas se confunden y no hay más razón que la sinrazón de la violencia y la mentira.

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En Donbass han desaparecido muchas cosas, pero lo primordial que ha desaparecido es la humanidad, siendo sustituida por el odio, la humillación, la mentira y la desesperación que hacen mella en unos habitantes que sufren en silencio.

Esta película es un grito desesperado, una ventana abierta de par en par al mundo para dar visibilidad a esta zona, que tapada por otros conflictos como la guerra de Siria, la catástrofe migratoria mundial o, atentados yihadistas, sufre en silencio la brutalidad de un conflicto que se ha llevado por delante su vida, sus ilusiones y su dignidad.

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Loznitsa juega con el lenguaje audiovisual para a menudo borrar la distinción entre realidad y ficción. Intenta narrar con el mayor rigor posible las múltiples facetas del conflicto, sin ninguna concesión en cuanto a la crudeza de las imágenes que vemos, pues incluso secuencias a priori más alegres o pacíficas, que nos podrían dar algún respiro, toman enseguida un tono enrarecido y agobiante: véase en este sentido la celebración de una boda. Sin embargo, por otro lado este cineasta sabe hasta que punto puede manipular, o representar este escenario con una mínima estilización para que su efecto de denuncia tenga todo el poderío necesario. De hecho nos queda la duda final, quizá criticable, de si la relativa homogeneidad de pensamiento, ya sea belicista o resignada, de todos los personajes de la historia, es efectivamente la más ajustada a la realidad de un país partido en dos, o si se acerca también a la manipulación para que el espectador se quede con la idea de que no se enfrentan aquí amigos y enemigos, o personas de ideología opuesta, sino que el enemigo y la ideología están por encima de todos ellos y los somete a todos por igual

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 El guion escrito por Loznitsa está bastante bien trabajado y sus personajes tienen un desarrollo, con unos diálogos en algunos casos largos, y algunos giros inesperados que me impresionaron. El reparto no está mal y cumple, sin ser lo más destacable del proyecto, y me quedo con las actuaciones secundarias del reparto femenino. Se podía haber recortado algo el metraje, ya que me parecen excesivas sus dos horas de duración, pero analizando la película tampoco hay ninguna parte que sobre ( quizás alguna con el ejército ).
Una película que muestra la cruda realidad de lo que sucede en esa zona del mundo, y que puede tener su público, sobre todo los que consideran al director como un cineasta de culto, y a los aficionados al cine de autor con dosis de realidad. Una pequeña joya europea a reivindicar.

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