Frida è una bambina triste, orfana dei genitori, in una famiglia nella quale non si sente amata.
non ci sono sentimenti finti, sensazionalismi, lacrime inutili, tutto è realistico, sincero, e vorresti conoscere Frida, gli zii, la cuginetta, non puoi restare indifferente, se ancora sei vivo.
un piccolo capolavoro da non perdere, promesso - Ismaele
Si
può vedere qui (in
spagnolo, con sottotitoli in spagnolo)
…Verano 1993 podrá parecer una serie de rodajas de vida que tienen más
la intención de mostrar que de narrar; pero de una forma muy sutil, la
guionista y directora Carla
Simón introduce de forma estratégica piezas
cruciales de información del mundo adulto para que, por contraste, esa
inocencia que representa Frida nos duela más con cada dato que nos llega.
También es importante
señalar cómo le llega esta información al espectador, ya que la historia no se
aleja del punto de vista de su protagonista en ningún momento. La desgarradora
realidad del mundo adulto siempre aparece a través del marco de una ventana o
escuchando de refilón por debajo de una mesa.
No es necesario leer
entrevistas para percibir que esta es una historia que toca de cerca a su
realizadora, a tal extremo que la estampita que recibe la niña en la
introducción bien puede ser la que recibió la directora siendo pequeña después
del fallecimiento de su madre. Un detalle que le da un plus de realismo a lo
que estamos viendo, que evidencia su originalidad no tanto por ser algo que no
hemos oído, sino que es una historia que solo ha podido vivir quien nos la está
contando…
… Verano
1993 es una narración nada
tradicional pero que ofrece una mirada naturalista sobre un tema muy difícil,
la cual requiere un ojo atento y paciente por parte del espectador. A riesgo de
usar una frase hecha, Carla Simón escribió (y filmó) sobre lo que sabía, sobre
lo que ha vivido, y el resultado es una historia con un corazón tan enorme como
su honestidad. Una historia original, pero en una definición que no muchas
veces tenemos en cuenta de la palabra.
… El misterio es una de las claves de la obra de Carla
Simón: sabemos que los padres de Frida han muerto, pero sin estridencias sino a
base de pequeños comentarios, gestos y miradas se irá desvelando las
circunstancias y las relaciones que enfrentaban a los diferentes personajes.
Otra de las claves es el uso de los objetos: en Verano
1993 unos vestidos, una fruta, una lámpara, una tirita,
un helado, una lechuga o un peine se convierten en algo, en motivo de
conflicto, de dibujo de una personalidad o de símbolo de un estado de ánimo.
Todo ello con la sutileza de lo verdadero, donde no hace falta insistir ni
verbalizar porque la claridad expositiva de Simón es tal que no necesitamos que
ningún personaje nos diga qué está pasando.
Verano 1993 es
una película que se siente salida de las entrañas de la memoria en un tiempo en
que los niños no son buenos ni malos sino simplemente niños. Frida se comporta
mal, incluso con cierta maldad por momentos. Pero la inocencia, el no
comprender la dura realidad, a pesar de que la conozca, le exime de culpa. Toda
esta complejidad es captada con soberbia naturalidad por la cámara de Carla
Simón, sin atisbo de dramatismo ni pretenciosidad. Como si todo el cine fuese
así. Como si fuese tan fácil captar el momento de vida.
…Es un emotivo drama, en el que a pesar de la dureza
del tema tratado, Carla Simón jamás cae en el
sentimentalismo fácil ni tampoco trata de manipular las emociones de los
espectadores. La historia nunca toma el camino del melodrama sino más bien abre
una ventana a la esperanza y, refleja de forma muy realista, el mundo a través
de los ojos de una niña, que tras la pérdida de su madre intenta comprender el
significado de la muerte. El nombre de la enfermedad de la madre nunca se
menciona, se trata de algo vergonzoso y deshonroso para la familia en una época
donde la información sobre el Sida era algo confusa y estaba relacionado, de
forma equivocada, a un estilo de vida oscuro…
…'Verano
1993' encuentra milagrosamente el tono y el ritmo adecuados para resultar tan
natural, emocionante y real que te llevará de la risa al llanto como los
propios avatares de una vida y que quedan perfectamente resumidos en una
secuencia final tan magistral como emotiva. Pero la película no es triste, todo
lo contrario, es una declaración de amor a la vida que desprende una
sensibilidad única y un gusto por los detalles aparentemente insignificantes,
pese a que puede decepcionar a algunos espectadores que busquen una narrativa
más convencional y una historia más elaborada. Encabezan el reparto adulto los estupendos
David Verdaguer y Bruna Cusí, que se muestran generosos al ponerse al servicio
de lo que verdad importa, las niñas, pero logrando que sus interpretaciones no
desentonen y resulten igualmente creíbles en la interacción con ellas, algo
complicado, pero son Laia Artigas y Paula Robles, las que de verdad te robarán
el corazón, las dos, y la profundidad de la mirada de Laia es algo que no se
recuerda en el cine español desde que Ana Torrent interpretó siendo niña 'El
Espíritu de la Colmena' (Víctor Erice, 1973). Es 'Verano 1993' una película de
cine-club, una pequeña rara avis que se desmarca del cine comercial con
asombrosa soltura siendo una ópera prima, veremos de que es capaz Carla Simón
en el futuro.
…Simón
recupera lo sguardo di Frida sul proprio universo-mondo, cangiante da urbano a
contadino, da familiare a irriconoscibile, estraneo, troppo stretto perché
schiacciante, fatto di spazi e sentimenti paradossalmente troppo grandi. Frida,
già orfana di padre, vive in città con i nonni e l’adorata zia Lola quando sua
madre muore; lo spaesamento che da osservatori si avverte, data l’assenza di
coordinate geografiche (solo a posteriori sarà possibile identificare il non
luogo dell’incipit come Barcellona) e narratologiche, è lo stesso che la
bambina sente nel cuore. Sradicata dal nucleo abituale e accolta in quello
nuovo costituito da Esteve e Marga, zii materni, e dalla loro figlia biologica
Anna, deve ricollocare se stessa di fronte alla mancanza di punti di
riferimento, prima, a un centro diverso, poi. E allora, mentre cerca più o meno
consapevolmente di ricavarsi il posto, prende le misure, sonda le relazioni e i
territori. Nelle interminabili ore di campagna, dove la natura le è ostile e le
cicale non smettono di assordare, ogni tentativo di stabilire un contatto
autentico con le persone è ostacolato da una mancanza, o, meglio, da una
mancata comprensione della mancanza che ne impossibilita l’accettazione. A
Frida non riesce di piangere, vive a freno fuorché nella verità del gioco che
ritualisticamente esorcizza a mano a mano tutto il dolore maturato facendolo
affiorare in superficie: truccarsi e parlare come la mamma, offrire alla
Madonna un pacchetto di sigarette per lei è il suo modo di sentirla ancora
vicina, fare una telefonata al suo vecchio numero quello per realizzare che
davvero non risponderà più. E’ una presa di coscienza che, insieme al crescente
desiderio di essere amata dalla famiglia acquisita, muove le mosse da queste
illuminazioni ma ha tempi di maturazione lunghi: non dura certo un’estate la
gestazione di Frida…
Nessun commento:
Posta un commento