e sopra tutte è la storia di Marieme, quel quartiere è una prigione, troppe costrizioni, troppa violenza, anche in famiglia, la mamma è assente, fa le pulizie negli hotel, due sorelle più piccole le vogliono un bene dell'anima, il fratello maggiore la picchia, vuole evadere, a qualsiasi costo.
e va via, in solitudine.
e però certi costi sono troppo alti.
un film bellissimo, cercatelo - Ismaele
Ce l’ho con
te, creativo padano o capitolino di prima seconda o terza generazione, tu sei
la prova che l’Italia è un paese con la p minuscola, tu hai infangato
quest’opera, o concorso ad infangarla, chiamandola Diamante Nero perché si
parla di una protagonista nera e si fa riferimento alla quasi omonima canzone
di Rihanna; tu, creativo padano o capitolino, educato da più lustri a blandire
il ventre molle di questa comunità occlusa, hai pensato di unire utile e
dilettevole, magari nel primo brainstorming avevi anche provato a proporre un
titolo eponimo con il nome della protagonista, Marieme, poi, siccome gli ultimi
focus group ti hanno confermato che qui l’aria è amara per tutto ciò che puzza
di umanità, hai svoltato su una titolazione degna del nuovo partito della
nazione, fascialittoria come Faccetta Nera, magari adesso ancora ti crogioli
nella pozzanghera del tuo acume da trilobita. Fottiti, creativo padano o
capitolino, questo film non si chiama Diamante Nero, si chiama Bande des
Filles, alla regia c’è Celine Sciamma.
L’onestà
non ci fa difetto, quindi ci prendiamo briga di attaccare anche la Sciamma,
perché nel suo titolo evoca un plurale che non c’è, o c’è solo in parte. Questa
infatti non è un’opera sul generico disagio giovanile, non è uno sguardo su una
pink gang di periferia, nemmeno su una generazione di adolescenti difficili, è
un singolarissimo individuale coming of age, una ragazza sola osservata nelle
anse di una formazione, sessuale e individuale, aleatoria e contingente, che
per contingenza e aleatorietà condivide parte del suo percorso con altre come
lei, donde anche il titolo inglese, Girlhood cioè Sorellanza, è solo
parzialmente giustificato. Sciamma è una brava, sin dal primo film ha mostrato
di avere l’occhio della cantastorie dei minori di anni 18, sovversivamente
rappresentati nella furia delle tempeste ormonali più che nella mangrovia
delle relazioni familiari, e qui incomincia alla grande, anzi, alla
grandissima, con 10 minuti di cinema assoluto, un gruppo di ragazze sulla via
del ritorno a casa dopo una partita di football americano (!), chiacchiere e
scherzi e allegria e socialità camminando sotto i portici o nei vicoli o
nelle piazze, e d’un tratto, lì in lontananza ecco i nemici, i maschi del
branco, famelici come lupi, inquietanti come orchi, ripresi come ombre, e
subito il silenzio che scende, la minaccia incombente della prevaricazione,
dell’abuso, della violenza. Straordinario…
…Dans la France de 2014, les pièges, les dangers, les
loups-garous sont nombreux pour une jeune-fille-noire-prolétaire-solitaire-sans
diplôme. Le diamant dans le ciel retombe sur terre, parfois sous terre, ramené
à l’état
de caillasse toc par la loi sociale, toujours masculine et brutale – dealers, proxos parsèment son chemin, de la cité à la ville. Et à chaque séquence du trajet cahoteux vers son destin de femme, Vic change de costume, d’apparence : haut de jogging “caillera” qui efface le genre, minijupe et perruque blonde pour souligner une féminité artificiellement sophistiquée, le parcours existentiel est aussi une affaire de transformations visibles, comme dans les contes.
de caillasse toc par la loi sociale, toujours masculine et brutale – dealers, proxos parsèment son chemin, de la cité à la ville. Et à chaque séquence du trajet cahoteux vers son destin de femme, Vic change de costume, d’apparence : haut de jogging “caillera” qui efface le genre, minijupe et perruque blonde pour souligner une féminité artificiellement sophistiquée, le parcours existentiel est aussi une affaire de transformations visibles, comme dans les contes.
Si le portrait de Vic est complexe, si le tableau des
mécanismes sociaux qui agissent sur elle est subtil, Céline Sciamma reste
néanmoins une cinéaste “ligne claire”, limpide dans son récit et ses options de
mise en scène. Comme dans Naissance des pieuvres ou Tomboy,
elle montre une véritable aisance pour rendre la complexité parfaitement
lisible. Ici, elle est bien aidée par un quatuor de comédiennes effectivement
pur diamant : Karidja Touré, Assa Sylla, Lindsay Karamoh et Mariétou Touré sont
aussi craquantes, marrantes, poignantes que leurs doubles de fiction. Quand on
voit tant de beauté, de talent, de vivacité, d’intelligence et de sensibilité à
l’œuvre, on se demande mais comment, comment, comment peut-on être
zemmourien ?!
Car Bande de filles est aussi politique
que Tomboy, non parce qu’il déploie un message programmatique
mais parce qu’il se place pile-poil au cœur des prurits qui démangent une
partie de la société française. Ce titre, Bande de filles,
désigne aussi bien le groupe qu’une insulte réappropriée. Etre traitée de
“fille” (ou de “pédé”, de “goudou”, de “youpin”, de “négro”…), c’est toujours
un honneur parce que ça vient toujours d’une bande de cons.
… En Bande de filles podemos
encontrar así, revueltos, diseminados y personificados en la ambivalente
Marieme, los clásicos conflictos adolescentes que siguen persiguiendo a los
miembros de cada nueva generación, y que aquí se focalizan en especial en la
obsesión por la aceptación, por ser a la vez cool, fuerte, independiente,
bonita, deseada, admirada, y también temida. Sin llegar ni por asomo a la
sensibilidad radiante ni la profundidad psicológica abrumadora de su anterior
trabajo, aquella elocuente y delicada Tomboy que exploraba los
arquetipos de género desde la óptica conmovedora de la mente infantil, Bande
de filles perpetúa el lenguaje sensorial y vitalista de la filmografía
de Sciamma, y su curiosidad insaciable por radiografiar el alma humana, por
captar esos momentos de felicidad efímera tan anclados al recuerdo de
cualquiera. La memorable secuencia de las chicas cantando y bailando Diamonds,
de Rihanna, entre las cuatro paredes de una anodina habitación de hotel es la
mejor muestra de la euforia compartida de una adolescencia febril que se escapa
entre los dedos.
… Personnellement, ce film me semble faire
le même effet que « Into the wild » de Sean Penn. Adoré des uns,
détesté des autres. « Bande de filles » est un film dans lequel il
est difficile de ne pas porter de jugement sur les actes des personnages,
qu’ils soient enfantins, immatures, irrespectueux, nécessaires, ou
libérateurs... Quelle que soit notre position, on ne peut qu’admettre que Céline
Sciamma est une grande réalisatrice, qui filme les femmes comme personne, et
qui a eu le courage qu’aucun réalisateur français n’a encore eu : faire un
film uniquement avec des actrices noires. Quatre diamants bruts à l’état pur,
qui ne laisseront aucun spectateur indifférent.
… Sciamma en Girlhood nunca juzga sus acciones, alguna de
ellas reprobables, pero perfectamente comprendidas en un entorno viciado de
violencia. Es destacable, especialmente, aquella violencia que ejerce el sector
masculino sobre ellas, por ejemplo, el hermano de Marianne que actúa como
autoridad patriarcal. Es, por tanto, una violencia que ellas ya han interiorizado,
dado que también actúan con agresividad frente a otros grupos de chicas,
siempre entendidas como rivales. En esa línea se entiende la elección cromática
dominante: la tonalidad azul con su carga ambivalente. Por un lado, es un color
luminoso y claro, es el despertar y su belleza. Por el otro, dicho color no
deja de ser frío, en analogía al duro entorno en el que viven.
Si hemos hablado de capítulos, donde el encuentro de
Marianne con Lady y las otras chicas es el más importante, Sciamma atiende siempre
a la evolución de Marianne. No es casual que cuando pierde el contacto con
ellas, vuelva a su primigenio aspecto andrógino, a las trenzas. El siguiente
será el encuentro con el sexo y el primer amor. Y la película que podría haber
finalizado con el momento final en el que ya no volverá a encontrarlas,
dejándonos con el corazón en un puño, sin embargo al centrarse en Marianne y su
crecimiento capta perfectamente esa sensación de lo efímero, muy apegada a esta
edad intersticial. Es muy probable que en la adolescencia es cuando tomamos
conciencia por primera vez conforme todo es provisional, que los momentos de
felicidad no van a durar para siempre. Sabemos perfectamente la vida que no
querremos tener en el futuro, pero no sabemos cuál es el rumbo que seguiremos.
En la adolescencia aprenderemos que todo termina y que todo cambia. Pero
recordaremos a nuestros amigos, tan bellos y tan perfectos. Y recuperaremos la
felicidad.
…Girlhood se erige como la película en la que Sciamma parece más comprometida socialmente. La protagonista es una muchacha de los suburbios de París que pretende salir por todos los medios de un lugar donde con toda probabilidad logrará trabajos precarios y un embarazo no deseado. No obstante, las circunstancias no van a ser las más propicias. El centro educativo donde estudia le obligará a escoger la formación profesional en detrimento del bachillerato del instituto de secundaria, la opción que ella realmente desea. Visiblemente enfadada, se unirá a un grupo de chicas que se dedica a perder el tiempo y pelearse. Sciamma acierta al imprimir autenticidad a las conductas y los diálogos de las componentes de la pandilla. También atina al escoger actrices no profesionales para dar vida a personajes que se encuentran muy cerca de su propia realidad.
La realizadora muestra, además, un cariño por la
protagonista y sus colegas, unas jovencitas que juegan a ser dueñas de su
destino, aunque tengan claro que su porvenir no es precisamente el más
halagüeño. Incluso les reserva un pequeño oasis con forma de habitación de
hotel, donde las cuatro juegan a ser mayores y elegantes mientras bailan al
ritmo de Diamonds, la canción de Rihanna que habla sobre alcanzar
el éxtasis y brillar en la oscuridad como diamantes.
Hay
sensibilidad en la manera en la que Sciamma refleja la dura vida de una chica
de barrio pobre que tiene que renunciar muy pronto a sus sueños por culpa de
las circunstancias. No hay en la película de la francesa ningún tipo de
discurso que subraye las intenciones críticas, aunque sí la plasmación en
imágenes de un lugar terrible, donde gran parte de sus habitantes parece
predestinado a perpetuar la marginación y exclusión…
…Sul piano della narrazione, Bande des femmes si
presenta con una struttura rapsodica assai singolare. Il punto di vista
pressoché unico è quello di Marieme/Vic ma, pur procedendo secondo una
progressione monopuntuale e lineare, il racconto si dirama ben presto in
diverse direttrici nelle quali viene articolato il rapporto tra la protagonista
e il fratello o le sorelle, la madre, le ragazze del gruppo, Bébé, e via
dicendo. Inoltre, le varie tappe del percorso di crescita personale della
protagonista, spesso ma non sempre collegate ad eventi che vedono coinvolte
altre ragazze della banda, come l’umiliazione subita da Lily e la rivincita che
Marieme stessa si prende sulla leader rivale, sono seguiti da momenti di nero e
ripartenze improvvise e imprevedibili.
Sul piano della scrittura filmica, Sciamma compie delle
scelte controcorrente. Laddove ci si aspetterebbe un naturalismo esasperato,
con macchina a mano, luce naturale e riprese dal vero, la regista si muove
secondo logiche sue proprie, che mescolano verismo e formalismo, calco
documentario e reinvenzione. Le giovanissime interpreti vengono tutte dalla
strada e sono alla loro prima esperienza sul grande schermo, ma per riprenderle
Sciamma sceglie stavolta soluzioni “pesanti” come il travelling ripetuto, la
ripresa in continuità, il cinemascope e la ricostruzione integrale degli
interni in studio, senza peraltro che questo partito preso prenda il
sopravvento sulla drammaturgia o sulla direzione attoriale. Molto libera e
felice l’articolazione del montaggio e l’utilizzo della colonna sonora: al tema
elettronico pulsante di Para One, la regista mescola la ripresa di pezzi di
volta in volta hip hop o pop. Tra i momenti di maggiore impatto liberatorio, le
due sequenze in cui le ragazze si lasciano andare alla musica, nel primo caso
ballando e cantando Diamond sulle note di Rihanna, all’interno
della stanza d’albergo che hanno preso per una festa notturna a quattro; nel
secondo improvvisando assoli hip hop all’aperto, a pochi passi dall’arco della
Défense.
In altri momenti, nei quali invece si fa strada la
violenza che è legge nella banlieue, si ha l’impressione che Sciamma metta
volutamente tra parentesi il proprio punto di vista, ma la forza del film sta
proprio in questo suo sguardo complice ma non ricattatorio, coinvolto senza
essere populista, antimoralista ma lontano da immedesimazioni ambigue, con cui,
grazie anche alla straordinaria prova d’insieme delle interpreti e in
particolare al profilo mutevole e impenetrabile della protagonista, la regista
incornicia le sue ragazze, ciascuna delle quali vive di una mirabile luce
propria, irriducibile a compiti narrativi o pseudosociologici. Da questo punto
di vista, Bande de filles declina insieme questioni di genere,
classe, “razza”, e arricchisce costantemente la fenomenologia della “seconda
generazione” con intelligenza, proprio col suo tenere dritta la barra
sull’individualità. Perché se ciascuno e ciascuna a suo modo fa i conti con la
condizione adulta, o si ridefinisce sul piano di genere, lo stesso può dirsi
per tutti gli altri ambiti che chiamano in causa la linea del colore e le
eredità del colonialismo, e Bande de filles ce lo ricorda,
anche questo senza volere.
…L’ouverture du
film tient du sublime : au-delà de la découverte de filles en train de jouer au
rugby (une prime réappropriation d’un univers réservé d’ordinaire aux hommes),
Céline Sciamma révèle avec une force rare la réalité qui régit l’espace public
où les filles (femmes) deviennent les attributs des hommes, baissent la tête et
avancent en silence. Ainsi lorsque les jeunes filles, encore excitées par leur
entrainement, pénètrent la cité, elles plongent soudainement dans un mutisme
saisissant. Les silhouettes masculines les entourent, comme menaçantes – une
impression renforcée et confirmée alors qu’elles se séparent peu à peu. Du
groupe se détache une figure, celle de Marieme, dont le récit et les lignes de
vie ne sont dès lors qu’un point de vue sur une réalité commune. Trop commune.
La construction
scénaristique est habile et parfaitement maîtrisée. Plus encore que son
caractère universel, Céline Sciamma parvient ainsi à donner à sa BANDE DE
FILLES plusieurs degrés de lecture : chaque geste, chaque mot trouvant un
écho bien au-delà de la ligne narrative qui aborde brillamment les relations
familiales, amoureuses, amicales et « sociales ».
Superbe et
« esthétique », la réalisation n’est jamais esthétisante, Sciamma
créant une syntaxe pleine de sens en jonglant à dessein avec les effets de mise
en scène et de montage, le réalisme et les artifices, bref avec l’ensemble des
possibilités que lui offre le médium cinématographique. Une grammaire
pleinement expressive et quelque fois, lorsqu’elle exacerbe l’énergie des
protagonistes, jouissive. Enfin comment ne pas être sous le charme face à
l’ensemble des interprètes (Karadja Touré en tête) qui sont d’une justesse
admirable – ce qui confirme par ailleurs l’acuité de la réalisatrice à diriger
ses comédiens.
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