venerdì 29 giugno 2018

Scomparsa - Atom Egoyan

questo film è stato stroncato dalla maggior parte della critica, su Imdb non arriva a 6.
Atom Egoyan è uno di quei registi da prendere o lasciare, ha il suo stile, i suoi ritmi, i suoi modi di raccontare, sposta il tempo come vuole, è lento, ma a me i film di Atom Egoyan piacciono, e questo pure.
cercatelo, non ve ne pentirete, la banalità del male non va mai in vacanza.
buona visione - Ismaele




The Captive es una obra que, desde el punto de vista formal, cuenta con un notable trabajo de fotografía de Paul Sarossy, que saca gran partido del gélido paisaje de Ontario. La cámara se mueve con elegancia en todo momento, extrayendo algunas imágenes poderosas, del mismo modo que la nieve, tan presente en sus imágenes, funciona como perfecta metáfora de la frialdad con la que actúa el villano de la historia, capaz de moverse en sociedad como un tipo respetable sin despertar la mínima sospecha. El mayor error de la película, como se comentó anteriormente, es no dejar nada para la imaginación desde el primer momento. La falta de sorpresas, unida a un desarrollo monótono, evita que The Captivetrascienda de la manera contundente que lo hizo Prisioneros. Las comparaciones son odiosas y, siendo realistas, hay que reconocer que ambos filmes comparten demasiados puntos en común (la investigación paralela de progenitores y policía y el dibujo de estos personajes, principalmente) que se acentúan por el escaso margen de tiempo que separa a sus respectivos estrenos. Mientras que la cinta de Villeneuve fue capaz de crear gran tensión y planteó polémicas reflexiones sobre hasta qué punto es correcto tomarse la justicia por su mano, el filme de Egoyan avanza con desidia a través de una narración mucho más lineal y burda de lo que quiere parecer a través de sus constantes saltos en el tiempo. El comportamiento absurdo de algunos de sus personajes en momentos claves de la historia logra un efecto anticlimático que tira por tierra cualquier oportunidad del filme de alcanzar el más mínimo calado dramático. The Captive acaba siendo el típico producto que, de haber venido de otro director, podría haberse tildado de correcto. Sin embargo, viniendo de un autor con las posibilidades de Egoyan, no puede calificarse más que de completo fracaso.

…Esta buena intención del realizador, sin embargo, no llega a cruzar el quicio de un esquema muy cerebral, una red artificiosa y, en mi opinión bastante obtusa, que lejos de profundizar en los personajes nos pierde en la cáscara de la estructura. Aparte de la desesperación que produce a un espectador medio descifrar el damero temporal del film, éste resulta descarnado, como irreal, vacío de carne y sangre, a pesar de la buena factura icónica de planificación y encuadre de un experto cineurgo.
Ni el voyerismo, ni la soledad mediática, ni las relaciones, ni el origen de las motivaciones pedófilas, ni la denuncia social llegan a cuajar en Cautivos. Pero es que ni siquiera sus ingredientes de thriller están bien administrados, pues, cuando en una historia el desenlace se ofrece desde el comienzo, al menos el interés ha de producirse en el matiz del desarrollo. Resulta curioso que la publicidad y la sinopsis oficial pretenda venderla por el “suspense”.Ya películas como Adoration, Chloe o Condenados, habían intentado mezclar su universo habitual con intriga policíaca, recursos de thriller, quizás para acercarse más a los patrones de Hollywood.Para más inri la secuestrada, ya adolescente, coadyuva en la ruin tarea de atrapar nuevas víctimas de la pedofilia en manos del morboso y aparentemente inhibido psicópata.En resumidas cuentas todos los personajes son los hilos de una misma telaraña, el mundo solitario de seres convertidos en pixeles de imágenes ausentes y programadas.
¿Cuál es problema de fondo del film? Que el realizador cae en la trampa de su propio enfoque y convierte a sus personajes en muñecos de un guiñol sin carne y sangre, un laberinto en que se pierde estéticamente su obra a medio camino entre la comercialidad y el divismo. Una pena, porque Atom Egoyan, autor de culto y notables cualidades, cae víctima de su propia inteligencia y lo que podría ser una brillante parábola sobre el aislamiento de un mundo hipertecnificado se queda en el entramado de una desangelada estructura vacía, desencarnada y sin alma, un curioso y arriesgado ensayo fílmico, nada más.

Tutti sono costretti infatti in qualche modo a incarnare un ruolo “altro” in The Captive: la ragazzina rapita e il rapitore costruiscono una relazione padre-figlia, i poliziotti si devono spacciare per adescatori pedofili su internet e persino da vittime di rapimento a loro volta, mentre il padre della ragazza si trova suo malgrado ad essere il principale accusato del crimine e deve infine trasformarsi egli stesso in detective.
Tutto questo gioco di incastri e di raddoppiamenti viene ancorato da Egoyan ad una semplice ma ficcante dicotomia linguistica, quella tra “trucco” (trick) e “artificio” (gimmick) dove si intende, come ben spiega la bambina al padre in una delle prime sequenze del film, nel primo caso un inganno immateriale, psicologico, mentre nel secondo una falsificazione di stampo più materiale. E su questa distinzione nodale si gioca anche l’aspetto più teorico di Captives, perché sono in fondo proprio questi gli ingredienti basici del cinema, capace di sedurre e ammaliare rapendoci dalla realtà con una serie di meccanismi di natura psicologica ma anche meccanica, sempre pronti, come in questo caso, ad essere rimessi in moto.
Senz’altro più riuscito delle ultime due pellicole dell’autore di origine armena, pensiamo al noir pseudo erotico Cloé e al fiacco (e attualmente nelle sale) thriller rurale Devil’s Knot – Fino a prova contrariaThe Captive recupera evidentemente molte delle tematiche care ad Egoyan, dall’infanzia “rubata” (Il dolce domani) al rapimento con il suo correlato di seduzione e coercizione (Il viaggio di Felicia), all’utilizzo di strumentazioni di ripresa che penetrano nell’intimità dei personaggi (Exotica). Ma in tutta questa operazione di recupero di temi propri alla sua filmografia, Egoyan sembra perdere lo smalto e la sincerità, incastrandosi da solo in una rilettura di sé stesso che, sia essa trucco o artificio, non porta il suo cinema da nessuna parte.

…Atom Egoyan s’intéresse plus au caractère psychologique de son thriller qu’à sa résolution. Il cherche à susciter des interrogations sur l’influence que les protagonistes peuvent avoir les uns sur les autres. Aussi la construction du film tend à exacerber le ressenti des protagonistes sans le rendre intelligible pour autant. Les réels enjeux ne sont pas ceux auxquels peuvent s’attendre les spectateurs – aussi le réalisateur s’en déleste franchement. La relation entre Cassandra et le pédophile qui l’a enlevée ne semble intéresser Egoyan que dans la perversion qu’ils partagent maintenant ensemble. S’il expédie par le dialogue toute ambiguité sur la réalité vécue par l’enfant lorsqu’elle excitait son bourreau, il esquisse une relation troublante où les jeux de manipulation s’avèrent pluriel.
De la même manière la relation entre les parents de Cassandra – toujours amoureux mais incapables de s’aimer – est abordée sous l’angle du reproche. Chacun des protagonistes est mu par ses obsessions et offre ainsi la possibilité au réalisateur de mettre en scène les siennes. De l’image vidéo aux caméras des téléphones portables, Egoyan n’a de cesse de questionner le voyeurisme et le regard, l’objectivité et la subjectivité des images.
Une dynamique sans cesse présente tant dans la construction narrative du film (où Internet et les liaisons satellites jouent un grand rôle) que dans l’approche esthétique du réalisateur. Il pense ainsi son cadrage avec soin, composant des effets de surcadrage, de reflet ou de division, et ancrant plusieurs dynamiques de point de vue qui participent pleinement au suspens général.

2 commenti: