una storia tragica, romantica in senso letterario, amore e morte, con tanta depressione.
il mondo gira, ma Watanabe, Naoko e Kizuki restano come bloccati, insoddisfatti, impotenti, senza riuscire a diventare mai adulti, senza arrivare alla presa di responsabilità che la società richiede loro, inadatti al mondo e al futuro.
tratto da uno dei primi libri di Murakami, il film non è la stessa cosa del libro, e non può esserlo, ma merita molto, musiche comprese.
buona (tragica e romantica) visione - Ismaele
Qui il film completo, con sottotitoli in inglese
Norwegian Wood è il film di Anh Hung Tran tratto dal bellissimo romanzo di Haruki Murakami (http://www.bookerang.it/review/show/id/30305). E’ una storia dove adolescenti si ritrovano ad affrontare la vita, confrontandosi con la morte e la depressione. Haruki Muratami affronta il problema collegando il disagio dei ragazzi a quello del Giappone. La depressione appartiene sia ai ragazzi sia al Giappone. Egli affronta il terribile disagio dei giapponesi, la loro malattia: quella ansia di vivere con cui affrontano tutti i momenti della loro esistenza, dalla scuola al lavoro. Ma l’ansia appartiene anche alla nazione Giappone. Il romanzo narra della incapacità per la società giapponese raccontata tramite la vita di due ragazzi. Mentre nel libro: Tokyo, il movimento comunista dell’università, il cinismo dei suoi amici sono legati fortemente con la storia, nel film questo non appare. Abbiamo quindi una trama molto più introspettiva, un momento personale, soggettivo e naturalistico. I ragazzi sembrano perdersi proprio nella natura con una concezione panteistica. Il vento soffia sempre alle loro spalle, le foglie sugli alberi si muovono tempestose, come la loro vita. Da lì si passa alla neve: abbracciando anche i loro momenti intimi. La depressione diviene personalistica. Ci sono solo loro Watanabe e Naoko. La malattia e la mancanza di voglia di vivere hanno dei motivi propri e personali. E’ il loro momento di debolezza, il gruppo non ha funzionato ma non gli interessa. Watanabe, Naoko e Kizuki erano un gruppo, nucleo fondamentale nella cultura giapponese, rotto il quale non si può uscire se non attraverso l’annientamento. Watanabe diventerà grande, elaborera i tanti lutti che lo circondano e sicuramente affronterà la vita. Dal film non si sa se il Giappone, il quale, soffre della stessa malattia saprà affrontarla. Ma qui non ci interessa. E questa è la forza del film: forte e bello, ma pure riservato e privato. Il silenzio dei personaggi, l’osservarli vicino da tante posizioni ci da l’immagine di sofferenza e di incapacità indescrivibile con un altro linguaggio. Le scene con i ragazzi sono semplici, lineare od oblique ma mai esagerate. Questa è la dimostrazione della loro semplice vita da cui non riescono ad uscire.
…si
establecemos el vínculo entra la película de Hùng y la novela de Murakami, la
adaptación del vietnamita bien puede calificarse como reduccionista. Y esto
constituye un grave defecto pues, aunque Trần Anh Hùng ha admitido que lo que
ha hecho es una adaptación libre, lo que entiendo cuando veo su película es
que, o ha leído mal a Murakami o ha decidido tomar la vía fácil de amputar los
elementos fascinantes de la novela y transmutar el resto en una sucesión lenta
de imágenes estéticamente efectivas.
El argumento original va encadenando triángulos amorosos
(Naoko-Kisuki-Watanabe, Naoko-Watanabe-Midori, Watanabe-Midori-novio de Midori,
Naoko-Reiko-Watanabe) a fin de evidenciar los traumas y conflictos de una
generación transida por la pérdida y la insatisfacción. Sin embargo, lo
apasionante de Murakami es que sólo la existencia del triángulo hace posible
que cada uno de sus miembros pueda relacionarse. Si alguien falta, los dos
restantes se descubren incapaces de comunicarse. Esta peculiar “lógica de las
relaciones”, presente en toda la obra de Murakami, es meramente insinuada en la
película de Hùng que opta, equivocadamente creo yo, por poner en escena una
relación de pareja malograda por fantasmas que nunca desentrañamos por
completo. Falta también, y éste es otro error enorme, la diversidad de
atmósferas y de tonos que están en la novela de Murakami. Se extraña la agudeza
filosófica de Watanabe y de Nagasawa que dota de un halo perturbador toda la
obra. Se echa de menos la historia de Reiko –cuya aparición en el filme parecer
ser sólo para justificar la interpretación de la canción de los Beatles que da
título a la cinta pues no había nadie más que tocara la guitarra–. Pero sobre
todo falta el contrapeso humorístico que aporta “Tropa de asalto”, el compañero
de cuarto de Watanabe olvidado por completo en la cinta; y la espontaneidad e
ironía que caracteriza a Midori. Es ella, Midori, el punto más débil de la
cinta de Hùng. Simpática, con diálogos absurdamente encantadores y radicalmente
honesta en la novela, en la película se ve contagiada del torbellino trágico
que nace entre Naoko y Watanabe y engulle todos los elementos circundantes.
Actoralmente, el trabajo de Kikuchi como Naoko es el mejor logrado pues
consigue cargar todo el peso trágico de la cinta y volcarlo en el espectador
aunque también carezca de la dosis de humor negro que posee en el libro. En
cuanto al guión, hay escenas, como la del encuentro de Watanabe con el
moribundo padre de Midori en el hospital, que Hùng recoge pero que desarrolla
superficialmente y, en vez de aportar algo significativo, acaban entorpeciendo
el ritmo de la película. Algo parecido ocurre con el encuentro sexual entre Reiko
y Watanabe hacia el final de la cinta. En la novela entendemos bien la
trascendencia de ese hecho para Reiko pues conocemos su historia pero en la
película se nos arroja así, como un acontecimiento, cuya relevancia ambos dan
por sentada, pero que para los espectadores se presenta como un hecho aislado e
innecesario. Incluso la elección de los diálogos me parece inadecuada. Hay, en
el texto de Murakami, momentos que encierran mejor el universo de cada
personaje, pero Hùng no parece haberlos notado.
Quedémonos aquí. Cuando un guión adaptado contiene
escenas que sólo son entendidas si conocemos el libro del que parten significa
que algo falló en el proceso. Eso es, a mi juicio, lo que ocurre con Tokio Blues de Hùng, cuya
única virtud es que nos obliga a ir –o volver– al libro de Murakami y entonces
sí comenzar a disfrutar.
…El
realizador ha querido desarmar las capas de esta historia y plegarse por
completo al subtexto profundo y cavernoso. Ha desechado todo lo aparentemente
trivial, frívolo y humorístico de la novela y ha borrado de un plumazo todo lo
cotidiano y costumbrista. Hasta tal punto que este relato a pie de calle y
tremendamente urbano parece haberse evaporado (como si viviesen lejos del
bullicio de la metrópolis), para dar prioridad absoluta a la naturaleza, con el
consiguiente paso de las estaciones, y a los fenómenos atmosféricos. Elementos
que interaccionan en las secuencias, no como un mero contexto ornamental, sino
con un claro cariz romántico, como si el marco fuese un integrante más de la
temperatura emocional del momento. No negaremos las tremendas posibilidades que
el cine permite a tal fin, mediante la principal paleta de trabajo que debe sustentarlo:
la imagen. Un orden estético extraordinariamente cuidado con un armonioso y
sensual cromatismo interno en cada secuencia. O su elaborado tratamiento de la
luz para configurar una pátina cálida, acorde con el candor de los jóvenes
protagonistas. El resultado es encomiable, pero se reduce a ser llanamente
preciosista, sin ser intenso. Ha sucumbido a tal ejercicio de abstracción, que
la historia de desgarro psicológico de Naoko y la desorientación de Watanabe
adquiere unos visos casi místicos, acrecentados por una música no diegética que
prefiere decantarse por un cuarteto de cuerdas, al estilo de un Schumann, antes
que optar por cualquier canción pop mencionada en el libro. Es una lástima que
deseche todo el potencial dramático que Murakami tan fácilmente pone en
bandeja. No hay mejor muestra que la omisión que se nos da en el film para que
desconozcamos el motivo por el cual la canción Norwegian wood da
título a la novela: es la canción favorita de Naoko, con todo lo que ello
conlleva…
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