giovedì 30 dicembre 2021

Il capo perfetto (El Buen Patrón) – Fernando León de Aranoa

in una sceneggiatura a orologeria, il buon padrone finisce intrappolato, all'inizio sembrava furbo, onnipotente, amico di tutti quelli che può comprare, solo che il capo perfetto fa le bilance, ma non i coperchi.

si ride, si pensa, si resta ammirati dalla bravura di Javier Bardem (e di tutti). 

nel 2002 Fernando León de Aranoa aveva girato Los lunes al solun bellissimo film sui lavoratori, sempre protagonista Javier Bardem. 

cercatelo e godetene tutti, al cinema.

buona (bilanciata) visione - Ismaele

 

 

 

A proposito di bilancia, viene nella trama usata come elemento in grado di comunicare allo spettatore quanto equilibrio si ha in quel momento in una determinata fase della pellicola, equilibrio che va a peggiorare o a migliorare a seconda di quello che succede. Equilibrio che, per stare a posto, deve essere perfetto al 100%. Complimenti, anche in questo senso, al regista Fernando León de Aranoa che ha avuto la bravura di incastrare perfettamente tutti i pezzi di un puzzle abbastanza complesso ma in grado di conquistare tutti o quasi, dalla persona che vuole farsi solo due risate a coloro i quali vogliono capire meglio le – dobbiamo dire tante – microstorie nella storia e i loro innumerevoli significati, forse classici ma comunque di alto livello. Si parte dalle stagiste brave e in carriera fino ad arrivare al dipendente proveniente dai paesi arabi in lotta perenne con il collega spagnolo, a sua volta in rotta con la moglie che lo ha tradito, e tanto altro ancora. Bravissimo Bardem nel ruolo del protagonista Blanco e comunque bravi anche tutti gli altri, con la figura di Fortuna che è forse quella che, per tanti motivi, resta maggiormente impressa. Ottima la fotografia – da manuale la scritta all`entrata nella fabbrica che ricorda, anche se alla lontana, quella presente ad Auschwitz – belli i colori e forte come detto l`empatia. Presente anche una scena fortemente piccante ma dall`effetto divertente, per qualcosa che consiglierei di non perdere davvero a nessuno.

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Divertida y mordaz comedia dramática en la que Javier Bardem borda el papel de empresario deleznable. Se podría decir que es la otra cara de la moneda del personaje que interpretó en Los lunes al sol, dirigida también por Fernando León de Aranoa. Los brillantes e inteligentes diálogos de El Buen Patrón provocan sonoras carcajadas y son fácilmente reconocibles esos prototipos que abusan de su poder.

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Si sorride spesso guardando Il capo perfetto, seppur amaramente, soprattutto grazie alle peripezie che vive il protagonista, un quasi inedito Javier Bardem, in chiave comica.
Ed è proprio Bardem ad essere al centro della storia: l’attore spagnolo interpreta un capo amato da tutti, ma che nasconde una natura manipolatoria con cui cerca di tenere tutto sotto controllo. Blanco si pone al centro della pellicola e intorno a lui si dipanano le storie, intrecciandosi l’un l’altra, ma ad un capo del filo c’è sempre lui, che cerca di muovere le circostanze come meglio gli conviene…

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…Buenos diálogos y buenas interpretaciones, con un Bardem presente en cada escena y muy creíble, equilibrado, interpretando a “el buen patrón” como un personaje carismático, cínico, inmoral y humano al mismo tiempo, excesivamente preocupado por las apariencias.

Nadie sale totalmente bien parado de la historia.
Ni el empresario ni los trabajadores ni los políticos… todos igualmente egoístas… todos enredados en un juego en el que el patrón acaba por ser esclavo de sus deseos.

En el fondo unos se necesitan a los otros, existe una dependencia entre el que manda y el que obedece, una relación llena de contradicciones y de inestabilidad. Las dos caras de la moneda quedan bien reflejadas, nada es totalmente lo que parece.

Se trata de una historia balanceada, cínica, que trata aspectos diversos de la vida laboral, relaciones familiares, política provinciana, la amistad, la infidelidad… contada con un ritmo ágil que no decae ni aburre.

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…Resulta más que elogiable la idea de -en esencia- elegir como central al conflicto que surge entre el protagonista y un empleado contable al que echó en medio de recortes laborales eternos dentro del paraguas de los despidos amparados por el Estado o EREs (Expedientes de Regulación de Empleo), José (Óscar de la Fuente), un hombre lastimoso con dos hijos pequeños que acampa con su automóvil en la más absoluta soledad en la puerta de la planta en repudio a la cruel decisión y para denunciar a Blanco como otro negrero excrementicio que entroniza a las ganancias en detrimento de todo lo demás, no obstante la realización se hace muy larga en sus dos horas porque le sobran mínimo unos 30 minutos, hay escenas redundantes a nivel conceptual y el ritmo narrativo lánguido atenta contra las pretensiones paródicas de la película en su conjunto y del director y guionista en particular, quien por cierto jamás fue demasiado bueno en el campo de las metáforas, las ironías o las sutilezas y aquí se nota a kilómetros de distancia que desea construir su versión del cine gloriosamente farsesco de Luis García Berlanga y Rafael Azcona, el acervo sarcástico de Billy Wilder, el realismo social británico en línea con Ken Loach y Stephen Frears, el cine francés laboral a lo Laurent Cantet o el último y satírico Costa-Gavras y sobre todo la commedia all’italiana modelo corrosión símil Mario Monicelli, Dino Risi, Pietro Germi, Lina Wertmüller, Ettore Scola y aquel Elio Petri de la Trilogía del Poder, léase Investigación sobre un Ciudadano Libre de Toda Sospecha (Indagine su un Cittadino al di Sopra di Ogni Sospetto, 1970), La Clase Obrera va al Paraíso (La Classe Operaia va in Paradiso, 1971) y La Propiedad ya no es un Hurto (La Proprietà non è più un Furto, 1973), trabajos magistrales que como El Buen Patrón hacían énfasis en la inoperancia, hipocresía y corrupción entrecruzada de las sociedades actuales y sus instituciones, enclaves que debajo de una máscara de solidaridad o respeto por el otro esconden una voracidad pueril que perpetúa las injusticias de siempre.

 

En pos de invertir la perspectiva de su estupenda Los Lunes al Sol (2002), ahora indagando sin caricaturas en el devenir empresarial en lugar de pensar la penuria de los desempleados o los expulsados del mercado laboral, Aranoa retoma algo de la brutalidad y la intimidad de entrecasa de las primigenias Familia (1996) y Barrio (1998), y de las posteriores Princesas (2005) y Amador (2010), en materia del individualismo bobo de los empleados, la manía patológica de Blanco con ganar el premio, la cultura maquiavélica compartida de escalar posiciones, un sustrato sexual que se utiliza como moneda de cambio o como sinónimo de traición sádica, un ecosistema de parentesco incestuoso y finalmente ese suplicio del pobre José, personaje solitario olvidado por sus colegas y ninguneado por un sindicato tácito cómplice de la patronal, quien cae en el último acto bajo la furia de los esbirros racistas del mandamás en una secuencia con ecos de El Padrino: Parte III (The Godfather: Part III, 1990) vía un dejo operístico que se mezcla con lo mafioso y el desplome de estas caretas de falsa cordialidad del mundo de los negocios. Lo mejor del film de Aranoa, artista que no llega a la altura de sus admirados Berlanga y Azcona aunque tampoco pasa vergüenza, es la riqueza discursiva/ expresiva de la actuación de un enorme Bardem sin nada que envidiarle a próceres y colegas como José Luis López Vázquez y José Isbert, tercera colaboración con el realizador luego de Los Lunes al Sol y Loving Pablo y aquí consiguiendo humanizar a un patrón despiadado y mitómano, amén de la agraciada presencia del guardia de seguridad de la puerta de Básculas Blanco, Román (Fernando Albizu), simpático bufón que es basureado continuamente por su jefe, y esa derrota de fondo del proletariado, ya no más cohesivo o fraternal y lamentablemente atomizado en muchos focos sin conexión, a instancias de unos oligarcas obsesionados con salirse con la suya a pura impunidad -y a pura acumulación de poder- sin que les importe en lo más mínimo a quienes pisan en el camino a nivel diario…

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