in una sceneggiatura a orologeria, il buon padrone finisce intrappolato, all'inizio sembrava furbo, onnipotente, amico di tutti quelli che può comprare, solo che il capo perfetto fa le bilance, ma non i coperchi.
si ride, si pensa, si resta ammirati dalla bravura di Javier Bardem (e di tutti).
nel 2002 Fernando León de Aranoa aveva girato Los lunes al sol, un bellissimo film sui lavoratori, sempre protagonista Javier Bardem.
cercatelo e godetene tutti, al cinema.
buona (bilanciata) visione - Ismaele
…A proposito di bilancia,
viene nella trama usata come elemento in grado di comunicare allo spettatore
quanto equilibrio si ha in quel momento in una determinata fase della
pellicola, equilibrio che va a peggiorare o a migliorare a seconda di quello
che succede. Equilibrio che, per stare a
posto, deve essere perfetto al 100%. Complimenti, anche
in questo senso, al regista Fernando León de Aranoa che
ha avuto la bravura di incastrare perfettamente tutti i pezzi di un puzzle abbastanza
complesso ma in grado di conquistare tutti o quasi, dalla persona che vuole
farsi solo due risate a coloro i quali vogliono capire meglio le – dobbiamo
dire tante – microstorie nella storia e i loro innumerevoli significati, forse
classici ma comunque di alto livello. Si parte dalle stagiste brave e in
carriera fino ad arrivare al dipendente proveniente dai paesi arabi in lotta
perenne con il collega spagnolo, a sua volta in rotta con la moglie che lo ha
tradito, e tanto altro ancora. Bravissimo Bardem nel
ruolo del protagonista Blanco e comunque bravi anche tutti
gli altri, con la figura di Fortuna che è forse quella che,
per tanti motivi, resta maggiormente impressa. Ottima la
fotografia – da manuale la scritta all`entrata nella fabbrica che
ricorda, anche se alla lontana, quella presente ad Auschwitz – belli i colori e
forte come detto l`empatia. Presente anche una scena fortemente piccante ma
dall`effetto divertente, per qualcosa che consiglierei di non perdere davvero a
nessuno.
Divertida y mordaz comedia dramática en la que
Javier Bardem borda el papel de empresario deleznable. Se podría decir que es
la otra cara de la moneda del personaje que interpretó en Los lunes al sol,
dirigida también por Fernando León de Aranoa. Los brillantes e inteligentes
diálogos de El Buen Patrón provocan sonoras carcajadas y son fácilmente
reconocibles esos prototipos que abusan de su poder.
…Si sorride spesso guardando Il capo
perfetto, seppur amaramente, soprattutto grazie alle peripezie che
vive il protagonista, un quasi inedito Javier Bardem, in
chiave comica.
Ed è proprio Bardem ad essere al centro della
storia: l’attore spagnolo interpreta un capo amato da tutti, ma che nasconde
una natura manipolatoria con cui cerca di tenere tutto sotto controllo. Blanco
si pone al centro della pellicola e intorno a lui si dipanano le storie,
intrecciandosi l’un l’altra, ma ad un capo del filo c’è sempre lui, che cerca
di muovere le circostanze come meglio gli conviene…
…Buenos diálogos y buenas interpretaciones, con un Bardem presente en
cada escena y muy creíble, equilibrado, interpretando a “el buen patrón” como
un personaje carismático, cínico, inmoral y humano al mismo tiempo,
excesivamente preocupado por las apariencias.
Nadie sale totalmente bien parado de la historia.
Ni el empresario ni los trabajadores ni los políticos… todos igualmente
egoístas… todos enredados en un juego en el que el patrón acaba por ser esclavo
de sus deseos.
En el fondo unos se necesitan a los otros, existe una dependencia
entre el que manda y el que obedece, una relación llena de contradicciones y de
inestabilidad. Las dos caras de la moneda quedan bien reflejadas, nada es
totalmente lo que parece.
Se trata de una historia balanceada, cínica, que trata aspectos
diversos de la vida laboral, relaciones familiares, política provinciana, la
amistad, la infidelidad… contada con un ritmo ágil que no decae ni aburre.
…Resulta
más que elogiable la idea de -en esencia- elegir como central al conflicto que
surge entre el protagonista y un empleado contable al que echó en medio de
recortes laborales eternos dentro del paraguas de los despidos amparados por el
Estado o EREs (Expedientes de Regulación de Empleo), José (Óscar de la Fuente),
un hombre lastimoso con dos hijos pequeños que acampa con su automóvil en la
más absoluta soledad en la puerta de la planta en repudio a la cruel decisión y
para denunciar a Blanco como otro negrero excrementicio que entroniza a las
ganancias en detrimento de todo lo demás, no obstante la realización se hace
muy larga en sus dos horas porque le sobran mínimo unos 30 minutos, hay escenas
redundantes a nivel conceptual y el ritmo narrativo lánguido atenta contra las
pretensiones paródicas de la película en su conjunto y del director y guionista
en particular, quien por cierto jamás fue demasiado bueno en el campo de las
metáforas, las ironías o las sutilezas y aquí se nota a kilómetros de distancia
que desea construir su versión del cine gloriosamente farsesco de Luis García
Berlanga y Rafael Azcona, el acervo sarcástico de Billy Wilder, el realismo
social británico en línea con Ken Loach y Stephen Frears, el cine francés
laboral a lo Laurent Cantet o el último y satírico Costa-Gavras y sobre todo la
commedia all’italiana modelo corrosión símil Mario Monicelli, Dino Risi, Pietro
Germi, Lina Wertmüller, Ettore Scola y aquel Elio Petri de la Trilogía del
Poder, léase Investigación sobre un Ciudadano Libre de Toda Sospecha (Indagine
su un Cittadino al di Sopra di Ogni Sospetto, 1970), La Clase
Obrera va al Paraíso (La Classe Operaia va in Paradiso,
1971) y La Propiedad ya no es un Hurto (La Proprietà non
è più un Furto, 1973), trabajos magistrales que como El Buen
Patrón hacían énfasis en la inoperancia, hipocresía y corrupción
entrecruzada de las sociedades actuales y sus instituciones, enclaves que
debajo de una máscara de solidaridad o respeto por el otro esconden una
voracidad pueril que perpetúa las injusticias de siempre.
En pos
de invertir la perspectiva de su estupenda Los Lunes al Sol (2002),
ahora indagando sin caricaturas en el devenir empresarial en lugar de pensar la
penuria de los desempleados o los expulsados del mercado laboral, Aranoa retoma
algo de la brutalidad y la intimidad de entrecasa de las primigenias Familia (1996)
y Barrio (1998), y de las posteriores Princesas (2005)
y Amador (2010), en materia del individualismo bobo de los
empleados, la manía patológica de Blanco con ganar el premio, la cultura
maquiavélica compartida de escalar posiciones, un sustrato sexual que se
utiliza como moneda de cambio o como sinónimo de traición sádica, un ecosistema
de parentesco incestuoso y finalmente ese suplicio del pobre José, personaje solitario
olvidado por sus colegas y ninguneado por un sindicato tácito cómplice de la
patronal, quien cae en el último acto bajo la furia de los esbirros racistas
del mandamás en una secuencia con ecos de El Padrino: Parte III (The
Godfather: Part III, 1990) vía un dejo operístico que se mezcla con lo
mafioso y el desplome de estas caretas de falsa cordialidad del mundo de los
negocios. Lo mejor del film de Aranoa, artista que no llega a la altura de sus
admirados Berlanga y Azcona aunque tampoco pasa vergüenza, es la riqueza
discursiva/ expresiva de la actuación de un enorme Bardem sin nada que
envidiarle a próceres y colegas como José Luis López Vázquez y José Isbert,
tercera colaboración con el realizador luego de Los Lunes al Sol y Loving
Pablo y aquí consiguiendo humanizar a un patrón despiadado y
mitómano, amén de la agraciada presencia del guardia de seguridad de la puerta
de Básculas Blanco, Román (Fernando Albizu), simpático bufón que es basureado
continuamente por su jefe, y esa derrota de fondo del proletariado, ya no más
cohesivo o fraternal y lamentablemente atomizado en muchos focos sin conexión,
a instancias de unos oligarcas obsesionados con salirse con la suya a pura
impunidad -y a pura acumulación de poder- sin que les importe en lo más mínimo a
quienes pisan en el camino a nivel diario…
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