non sarà un capolavoro, magari poco raffinato, ma per due ore non ti alzi dalla poltrona, sicuro.
buona visione - Ismaele
…esta película me gusta, encima de sus torpezas, porque, queriéndolo o no,
me muestra temores profundamente idiosincráticos y me deja reflexionar sobre
ellos. Me hace
sentir un apocalipsis -como revelación y cambio de mundo- que es mío aunque no
me corresponda. Me dice, como ateo, que las creencias de este país están ahí,
aunque te quites y que este pensamiento te atraviesa, pongas lo que pongas. No
sé qué sea eso a lo que llamamos “mexicano”… pero sé que algo de eso me espanta
a través de esta película porque, en esta tierra, hasta los ateos son
creyentes.
..En el aspecto visual, la película
mantiene un elevado estándar de calidad. Los efectos especiales se usan con
gran moderación, consiguiendo con ello una obra casi minimalista, pero sin
perder suspenso y dinamismo en sus más frenéticos momentos. Por ello mismo
tengo opiniones contradictorias sobre Belzebuth. Por un lado, emplea las fórmulas y estructuras
que ya conocemos de memoria, pero, por otro, sabe orquestar escena tras escena
con impacto emocional.
A fin de cuentas, me dejó satisfecho,
pues ninguna de las quejas que se le pudieran achacar es lo tan grave como para
considerarla una mala película y sus virtudes tampoco son lo suficientemente
brillantes como para elevarla por encima de su modesta intención de aterrorizar
públicos. Digamos que, dentro de sus sencillas intenciones, logra relucir por
el talento del equipo creativo qué hay detrás. Y, sobre todo, funciona muy bien
como muestra de cine comercial mexicano alejado de las habituales comedias
románticas.
… ad un certo punto delle indagini, mentre seguono le tracce
dello sfuggente padre Canetti, Ritter e Franco approdano a una cupa e decadente
chiesa abbandonata da tempo, la Iglesia de Niños, e qui trovano una cappella piena
di simboli ed ammennicoli esoterici e crocifissi d’ogni dimensione sparsi sul
pavimento. Da questo istante, Belzebuth abbandona la strada della credibilità e
si tramuta repentinamente in un film alla Sam Raimi, alla Drag Me to Hell per
intendersi, con tanto di statua del Cristo crocifisso a grandezza reale che si
anima in CGI e inizia a parlare e a muoversi in modi blasfemi, ricordando per
eccentricità la capra parlante e piuttosto scurrile che la medium utilizzava
nel pirotecnico esorcismo del succitato film del 2009.
A ciò seguono una lunga lista di stereotipi ‘di genere’
e bizzarrie in termini di trama, così come di immagini. Si alternano
allora tatuaggi apotropaici che si illuminano quasi prendessero fuoco durante
un interiore scontro col maligno, cappellette nascoste nei tunnel sotterranei
usate in precedenza dai narcos con altari eretti a Madonne scheletriformi,
padri della patria e statuette posticcissime simil Pazuzu,
personaggi posseduti che fluttuano a mezz’aria con iridi biancastre spruzzati
dalla corrosiva acqua santa, nonché la metempsicosi del messia, che dopo essere
nato da una mussulmana ed essere stato eliminato grazie a una novella Strage
degli Innocenti da un maligno Papa ispirato dal demonio in passato,
si è ora reincarnato in Messico perché, testuale, “è un paese oppresso da un
impero”. A ciò si sommano colpi di scena piuttosto scontanti e
tesi a traghettarci a un ovvio quanto deludente epilogo. Insomma, nel complesso
non sembra di stare guardando una pellicola veracemente e orgogliosamente
messicana, ma un mediocre film americano pieno di imperfezioni, faciloneria e
patinature varie che ne affossano qualsiasi aspetto potenzialmente
raccapricciante o inquietante (ma che probabilmente verrà facilmente
distribuito proprio per questo in giro per il mondo)…
… Los epílogos son probablemente lo que
más le resta a esta película de exorcismos y posesiones. De hecho, cuando se
mueve completamente hacia lo sobrenatural es cuando más cojea, como en esa
escena de la iglesia abandonada a la que cuesta entrarle una vez que se ha
visto la capacidad de Portes en el inicio de la película para provocar
inquietud y desasosiego sin necesidad de artilugios medianamente convincentes.
Los vínculos con la realidad la hicieron no solo verosímil, sino poderosa.
Haberlos dejado de lado imposibilitó el redondeo de una historia prometedora
que lo mismo habla de corrupción eclesiástica que de terrorismo, desapariciones
y fanatismo.
… El guión de Belzebuth (co-escrito
por el propio Portes), es un verdadero desastre, más allá de los lugares
comunes, que opaca por completo las contundentes secuencias de violencia
iniciales, con sus explicaciones absurdamente “complejas” y consecuentemente
irrelevantes para ligar las principales acciones: el México azotado por el
narco como escenario de numerosas resurrecciones milagrosas que desembocan en
una especie de versión de cuarta de Niños del hombre, con un cura
(Tobin Bell, histrión también americano dado que buena parte de la película
está hablada en inglés) que quizá es el diabólico antagonista o bien el heroico
protector principal del nuevo mesías…
…Como en esa noventera cinta, Belzebuth se regodea en la
confusión entre lo sagrado y lo profano. Y en el centro de
esta confusión está, por supuesto, el personaje genial de Tobin Bell.
Este cura excomulgado borra los bordes maniqueos y, hasta
antes de la revelación final, confunde siempre al espectador paranoico por las
trampas del maligno.
¿Qué es lo santo y qué es lo profano? ¿El arriba y el
abajo? ¿A la iglesia le importa la fe o el establecimiento de una institución
jerárquica? ¿Un cura excomulgado es un ángel caído? ¿La magia nace de lo
sagrado o de lo oculto?
Entre estas preguntas y con las fabulosas actuaciones de
Cosío y la revelación que es Yunuen Pardo alrededor del innegable carisma de
Tobin Bell, Belzebuth triunfa a tropezones. Es una cinta que despliega
todos los clichés de los géneros que evoca y que desafina en torpezas
narrativas. Pero es una cinta, también, que ordena sus
influencias con nueva iniciativa y un sello propio, que hace lo que quiere y
que lo hace con irreverencia.
Las bondades y los pecados de Belzebuth se
juntan en su origen y sus intenciones, en lo nacional y lo internacional, en lo
que toma prestado y lo que se adjudica sin empacho. Entre las preguntas que
despliega, finalmente, Belzebuth muestra la duda sincrética
al corazón de un país profundamente religioso. Es por eso que esta cinta, en su
ronco pecho y aunque no lo quiera, tiene un sello esencialmente mexicano…
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