una sceneggiatura a orologeria e un gruppo di attori ben scelti sono sufficienti per fare un gran film, senza bisogno di effetti speciali.
tutti sono bravi, qualcuno ancora di più.
film così si facevano in Italia negli anni '60 e '70, poi sembrava essersi perso lo stampo. ma questo film dimostra che non è vero.
dialoghi perfetti, tra l'altro, rendono il film imperdibile; piacerà a quelli, per esempio, a cui è piaciuto molto Perfetti sconosciuti.
guardate e godetene tutti - Ismaele
tutti sono bravi, qualcuno ancora di più.
film così si facevano in Italia negli anni '60 e '70, poi sembrava essersi perso lo stampo. ma questo film dimostra che non è vero.
dialoghi perfetti, tra l'altro, rendono il film imperdibile; piacerà a quelli, per esempio, a cui è piaciuto molto Perfetti sconosciuti.
guardate e godetene tutti - Ismaele
… Gay demuestra que no hace falta valerse de excesos para
generar tensión cinematográfica y que construir a partir de la palabra no
necesariamente deviene en esterilidad discursiva.
… La esencia de Una
pistola en cada mano está en la escritura de los diálogos y en la
temporización de la secuencia, medida hasta las milésimas de segundo. Pero el
sabio manejo de la cámara para captar minuciosamente cada registro es lo que la
convierte en cine valioso y le distancia del escenario teatral. (Hay en esta
película una cierta similitud con algunos filmes de Ventura Pons). En este
sentido, Ricardo Darín y Luis Tosar protagonizan una magistral escena que
representa lo mejor de esta película. Más que interpretar, ambos –el marido
cornudo y el amante insospechado– viven el papel y traspasan la pantalla para
que el espectador pueda meterse en la piel de cualquiera de ellos. Igualmente
ocurre con el episodio que interpretan Eduardo Noriega y Candela Peña: la
maestría con la que están escritas las réplicas y contrarréplicas, la
delicadeza con que cada uno afronta la afrenta del otro y de la otra, la
intensidad con que la cámara recoge la estupefacción, la torpeza, la estupidez,
del personaje de Noriega (casado y padre reciente) que intenta ligar al final
de una fiesta en el trabajo con la compañera a la que habitualmente ha
despreciado, junto con la sencilla lección, sin aspavientos vengativos, que le
procura Mamen, es una muestra más de que Cesce Gay ha conseguido un destilado
de gran cine
El largo episodio, desdoblado en dos escenas, que protagonizan Leonor Watling y
Alberto San Juan, por un lado, y Cayetana Guillén y Jordi Mollá, por otro, –dos
parejas que intercambian a sus maridos para conocer las intimidades del otro–
es el más flojo de la película, el que tiene los diálogos más previsibles y que
redunda en ciertas obviedades, aunque no deja de tener igualmente aciertos
humorísticos. Sin embargo, no desmerece del conjunto del film en la intensidad
de la interpretación y en la elegancia de la puesta en escena. La misma
elegancia con la que está elegido el título (una frase con la que Mamen explica
el comportamiento del personaje encarnado por Noriega), y que tiene su
contrapunto en los abrazos que se dan los personajes para demostrarse que no
van armados.
En definitiva,
Cesc Gay ha conseguido una estupenda película sobre ocho figuras masculinas que
vienen a representar un todo, que tal vez –como dice la publicidad–
entusiasmará a las mujeres, pero lo que seguramente es más importante es que
trata con humor inteligente, sin insultar ni ofender, sino con absoluta y
reconocible complicidad las taras del hombre actual.
…L’abilità
di Cesc Gay è quella di portare sullo schermo situazioni reali, anche
drammatiche, ma in modo ironico ed incredibilmente comico. Alle volte ci si
ritrova a ridere di cuore di vere e proprie disgrazie per merito di un cast
coinvolgente e talentuoso e di una sceneggiatura intelligente e vivace che mai
risulta offensiva.
“Una
pistola en cada mano” dimostra come un film per essere più che riuscito non
necessita di grandi budget, scenografie straordinarie, effetti speciali da far
invidia a Hollywood, ma al contrario il centro dovrebbe sempre essere uno
scambio di battute ben scritte e ben interpretate: la semplicità e
l’essenzialità sono la forza di questa pellicola spagnola, che senza apparenti
sforzi attrae lo spettatore.
Consigliato
a chiunque abbia voglia di svagarsi senza perdere il contatto con quelle che
sono le problematiche sociali contemporanee: per 97 minuti non riuscirete a
distogliere lo sguardo dallo schermo!
Hay películas que son radiografías humanas. Y tú, querido
espectador, las ves con hambre de voyeur y ríes o lloras; y disfrutas
del arte cinematográfico usado como vehículo para retratar las miserias ajenas.
A veces es agradable y cómico pero otras veces es duro enfrentarse a tus
propios secretos y miedos o a esos fragmentos de personalidad que ceden a la
hipocresía gobernante o a la crueldad, también mayoritaria. Con En
la ciudad Cesc Gay ya desnudó a los personajes
mientras te los acercaba para que vieras, en forma de drama, la segunda piel de
unos tipos que realmente eráis tú y tus amigos. Y te encantó, querido
espectador. Te encantó ser testigo de cómo los amigos que dicen ser tan amigos
no se conocen tanto cómo creen. Aunque te asustó verte reflejado. Cesc
Gay te debía una película menos dura, igual de verdadera pero con
algo menos de mala leche. El director ha cumplido su promesa (aparentemente)
con su último film, Una pistola en cada mano. Tanto a ti como
a las mujeres de En la ciudad les debía un segundo
acto.
Y está claro que Una pistola en cada mano es
ese segundo acto de En la ciudad. Donde el director disecciona
varios encuentros entre conocidos, amigos, compañeros de trabajo o viejos
amantes con un ingenio envidiable y con mucha, mucha gracia. En
esta película de episodios las mujeres salen bien paradas, ellas han madurado,
son más inteligentes, saben lo que quieren pero ellos… ellos son perdedores. No
atractivos perdedores, sino más bien ridículos hombrecillos
incapacitados para comunicarse, para degustar la felicidad que da la
madurez. Sin embargo, todos son lo honestos que su hombría les permite ser… que
no es poco…
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