martedì 10 giugno 2014

Grupo 7 – Alberto Rodriguez

ambientato a Sevilla nei quattro anni prima dell'Expo, del 1992.
l'ordine è chiaro, ripulire il centro della città da tossici e spacciatori, il Grupo 7 lavora con forza e coraggio per quest'obiettivo.
i personaggi sono convincenti e la sceneggiatura non lascia respiro.
un gran bel film, da non perdere, nessuno se ne pentirà, promesso - Ismaele







Siamo di fronte ad un poliziesco violento al punto giusto, ben recitato a tratti sorprendente nel suo voler miscelare lo spessore e la ricerca di contenuti tipici di un cinema fortemente autorale, con tutti i crismi di un cinema orgogliosamente di genere, che ammicca allo spettatore con storie viscerali che puntano ad emozionare con trame fortemente radicate nella realtà, l’immaginifico di Rodriguez ha una inconfondibile connotazione noir e un’impronta tipicamente europea che ne fanno un’opera che punta senza remore all’intrattenimento con spessore…


Unas interpretaciones extraordinarias, comandadas por Antonio de la Torre, mirada de cuchillo, máquina de clavar las frases, y por la dulce sinvergonzonería de Mario Casas, con el apoyo de la naturalísima presencia de un grupo de actores desconocidos que no son sino sus personajes: puro sudor andaluz, sonrisa sincera, mueca dolorosa; ternura o carroña, por separado, o al alimón. Un guion de Rafael Cobos, que repite con Rodríguez tras las notables 7 vírgenesy After, capaz de aunar una extraña poesía de la cotidianidad y un arrasador cachondeo del terruño, sensible o mezquino, demoledor en su comicidad, y de crear un verdadero cúmulo de emociones corales con apenas unas pinceladas (¿recuerdan el grupo humano de Heat, de Michael Mann, más allá de sus atracos?). Y, por último, una cortante puesta en escena de Rodríguez (también coguionista), espectacular en sus secuencias de acción y en sus persecuciones por una Sevilla capillica y juerguista, que parece la Gomorra de Matteo Garrone. La película de Rodríguez es pura autenticidad, en su salvajismo y su fanfarronería, su zalamería y su amargura.


…Alberto Rodríguez maneja la cámara con nervio, imprime ritmo a una trama que agradece el trabajo de exteriores, cierta atmósfera de cine policíaco de trinchera. No permiten que Mario Casas luzca físico: los fans de este actor deben saber que no es esa clase de película. Así pues,Grupo 7 supone una grata sorpresa, humilde y dura con la realidad de la droga en los bajos fondos. El principal mérito de esta película es su reparto, que destila naturalidad y cuenta con un actor creíble y muy contenido llamado Antonio de la Torre. En definitiva, es un modelo de cine a seguir.

…“Grupo 7” se defiende muy bien desde su elenco central ─incluido un Mario Casas que con todo no puede evitar ir un poco forzado, como siempre─ y secundario, dibujando un contundente y reconocible microuniverso que nos recuerda que, como sociedad y a un nivel individual, tal como éramos, somos. Además, hacía mucho que nuestro cine no volvía a centrar así su mirada en los tiempos de la heroína, el diablo vestido de ángel ─nostalgia de Los Calis…─ que devastó generaciones enteras mientras el país trataba de abrazar un desarrollo social que alejara definitivamente el oscurantismo de la dictadura. Más chutes, no; más películas como esta, sí.

 Grupo 7 tiene una factura técnica impecable, un diseño de producción que indica el gran nivel del cine español, a pesar de los detractores que no lo ven y lo critican por razones ideológicas. Las secuencias de acción están filmadas con brío, talento y gran dominio del lenguaje cinematográfico. En especial, la persecución del comienzo del film por calles, edificios y tejados es un excelente ejemplo de claridad expositiva y de ritmo de montaje. Están muy bien plasmados los distintos ambientes sevillanos y ese aspecto barroco de la religiosidad y el paganismo beato. Sin embargo, la historia de los protagonistas de este peculiar cuarteto policial es monótona y hasta tópica. Antonio de la Torre realiza una excelente composición del solitario atormentado por la muerte de un hermano, pero se estanca en la insustancial relación que establece con una joven yonqui. Mario Casas ejerce de guaperas con sus gestos, pero más le valiera no abrir la boca, porque provoca vergüenza ajena, especialmente en un par de momentos en los que el film pide a gritos un actor con dominio del gesto y de la voz. Joaquín Núñez, como el policía guasón y popular se convierte en un excelente robaplanos. Estructurada narrativamente como una historia de duelo y venganza entre rivales,Grupo 7 crea una atmósfera de creciente violencia, de un hiriente realismo que desemboca en un desenlace tan nihilista como presume el hierático.

… Esto no es cine norteamericano, amigos, y se nota. Se nota para bien. Se nota en esa trama del policía Rafael poniendo velas a la virgen con el aplomo de un tipo duro del polar francés clásico, de esos que hablan poco con la boca y mucho con los ojos y con los gestos, pero sin perder su identidad española, más aún, su identidad sevillana. Se nota en ese trepa con buenas intenciones, pero no por ello menos trepa (una especie muy española, todos para nuestra desgracia conocemos alguno) que interpreta Mario Casas, un actor que por encima de ser un icono mediático en clave de sex-symbol demuestra aquí que puede echarse a la espalda un papel protagonista tranquilamente sin descomponer el gesto y ganándose a la cámara y al espectador sin despeinarse. Se nota en esos tres papeles femeninos, breves pero fundamentales, Elena (Inma Cuesta), Lucía (Lucía Guerrero) y Marisa (Diana Lázaro), que abren otro paisaje de la trama principal. O en esos dos segundos protagonistas, no secundarios, porque tienen su propio peso en el relato, Mateo (Joaquín Núñez) y Miguel (José Manuel Poga), y en ese chota, chivato o confite que le pasa información al policía, encarnado por Julián Villagrán, al que no hace mucho le hemos visto construyendo otro papel completamente distinto en Extraterrestre de Nacho Vigalondo, y que si me permiten la opinión, puede hacer el papel que le dé la gana, porque va a clavarlo fijo. En esos actores es en lo que se basa la calidad de una película que además visualmente está bien servida de talento por un director que consigue captar no sólo en las localizaciones, sino en la forma de presentar su historia, una especie de alma del cine policíaco de los ochenta, el buen cine policíaco de los ochenta quiero decir, hasta el punto de que con esos planos para situarnos cronológicamente y con la música que los acompaña, me recordó o puso tras la pista de una de las mejores películas del género que produjo la década de los 80: Vivir y morir en Los Ángeles, dirigida por William Friedkin en 1985…

…Alberto Rodríguez consigue crear impactantes escenas de acción con grandes persecuciones y momentos de gran tensión dramática., como la que abre la trama, dejando entrever el estilo del film y la dureza de sus personajes, o aquella que la cierra, dejándonos con la sensación de haber cumplido nuestras expectativas. La venganza, los momentos vejatorios, tanto para la policía como para los presuntos culpables, reflejan el duro mundo de la corrupción, la droga y esa fina línea que se encuentra entre el deber, el honor y la necesidad.
Grupo 7 es una película dura, arriesgada, con unos personajes complejos y una violencia y brutalidad, que a ratos incomoda, pero que sirven de hilo conductor a un buen guión de intensidad continuada y, sobre todo, a una película bien interpretada, que ofrece un profundo retrato de este grupo de policías, en el que su director vuelve a apostarlo todo al número 7…

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