Fernando Solanas gira un documentario sull'economia dell'Argentina (e non solo).
dal 1492 c'è stato un genocidio (qui uno degli innumerevoli esempi) degli abitanti indigeni, in tutta l'America, senza rallentare mai, con poche proteste nel mondo; negli ultimi anni si aggiunge, dimostra il film, lo sterminio dei contadini poveri, attraverso Monsanto, la soia e i veleni chimici che stanno nel cibo che mangiamo, anche questa volta impunemente.
quello di Pino Solanas è un testamento, un avvertimento, un grido di dolore, che nessuno di noi si senta escluso, siamo tutti coinvolti.
nel film c'è, tra le altre, una, commossa e commovente, intervista ad Ana Zabaloy (morta di cancro in questi giorni, leggi qui)
ps: Pino Solanas dedica il film a papa Francesco (qui un loro incontro) e alla sua enciclica Laudato si.
QUI il film completo, in spagnolo, con sottotitoli in spagnolo
Nella provincia di Salta, nel nord
dell'Argentina, vengono eliminate foreste secolari per far posto a enormi
piantagioni di soia. Gli agricoltori indigeni vengono cacciati dai loro
villaggi e non sono più autorizzati a utilizzare le strade di accesso che sono
state ora privatizzate. Gli erbicidi vengono spruzzati e le malattie si stanno
diffondendo. Immagini dure che testimoniano di crimini ambientali commessi
dall'agricoltura industriale con il consenso dello stato e che raccontano delle
conseguenze sociali della monocultura e degli effetti devastanti dell'uso
incontrollato di sostanze chimiche sullo sviluppo degli embrioni. Ma come
liberarsi dal circolo vizioso di sistemi corrotti da cui gli stessi consumatori
sono ingannati? Le alternative ecologiche costituiscono una
reale possibilità?
dice Pino Solanas:
… –¿Qué fue lo que más le impactó al investigar la producción
de alimentos con agrotóxicos?
–Lo que me llamó la atención es la desinformación de la población, porque
la población sufre muchas enfermedades que cuesta diagnosticar. Vivimos en un
mundo de una alta contaminación. Por ejemplo, en la ciudad de Buenos Aires
vivimos con un smog altamente contaminante y es una ciudad que todavía no nos
informa cuál es la tasa de contaminación del día. Las grandes ciudades del
mundo marcan todos los días en sus noticieros y en sus diarios cuál es la tasa
de smog y de contaminación. Dicen: “Mañana los autos impares no entran más a la
ciudad”. Reducen a la mitad el parque automotor y toman medidas. Las aguas
también tienen índices de contaminación. Si agarramos un vaso de agua y lo
analizamos encontramos algunos problemas, pero la dosis es insignificante, se
dice. El tema es que esta insignificancia junto a la que traen los alimentos,
todo suma, y mucho. Lo más sorprendente es que no existen investigaciones
públicas, programas de investigación en hospitales y en universidades sobre las
consecuencias de la salud de la población de las fuentes de contaminación. Y
esas fuentes de contaminación vienen por dos orígenes. Uno es que la industria
química hace varias décadas comenzó a meterse en la industria alimentaria:
conservantes, colorantes, saborizantes, etcétera. Después, la producción de
vegetales, hortalizas, frutas, yerba mate, todo se hace con pesticidas,
fungicidas y agrotóxicos. Algunos dirán: “Qué exagerado. No son agrotóxicos.
Son agroquímicos”. Y otros dirán: “No son agroquímicos, son fitosanitarios”.
Estas sustancias químicas son tóxicas, algunas en reducida medida, y otras, en
gran medida.
–¿El motivo del empleo de los agrotóxicos es que permite una mayor
rentabilidad del negocio del agro o hay otros factores que intervienen?
–En el fondo de esto, está la búsqueda de los productores de una mayor
eficiencia productiva. Eficiencia productiva quiere decir producir más cantidad
a menor costo. Esa ecuación de producir en escala, reducir los costos y reducir
la mano de obra ha llevado a este modelo. La siembra directa con la receta de
la semilla transgénica que prospera si está rodeada de una batería de
agrotóxicos o herbicidas eliminó el 90 por ciento de la gente en el
campo.
–¿Por qué no está prohibido el uso de glifosato en la Argentina si, de
acuerdo a lo que se desprende del documental, está comprobado científicamente
que produce malformaciones en los embriones, cánceres y retardos mentales,
entre otros efectos?
–Este es el gran problema y por eso hacemos este documental. Si esto
estuviera bajo control, a lo mejor no tendría mucho interés la película. Yo he
buscado con estas películas colocar la lupa sobre algunos grandes temas
sociales de la Argentina contemporánea, no sólo para dar testimonio sino para
abrir el debate. Ninguna película tiene la posibilidad de tratar a fondo un
tema. Lo puede tratar un libro o una investigación, pero la película tiene la
ventaja de que es un campanazo fuerte que te abre la ventana hacia un paisaje
desconocido. La gente debería empezar a preocuparse de cómo se producen los
alimentos que come. Y no ir y comprar en el supermercado esa verdura sino
buscar algunos de los negocios que venden verdura orgánica; digamos,
agricultura ecológica. En general, la exigencia del hombre y la mujer
contemporáneos es tal que comenzaron a delegar en los fabricantes de alimentos
la calidad, con qué y de qué manera se producen los alimentos. Nadie sabe cómo
se producen. “Esta marca es importante. Yo confío que esta marca está colocando
lo mejor”, piensa la gente. La realidad es muy otra. El gerente de la gran
empresa o la multinacional que produce tiene como objetivo cumplir con la pauta
que la dirección de arriba le ha marcado: pauta de producción, pauta de insumo,
pauta de costos. Su rol no es cuidar la salud de la población…
…Adopting
a tone of anger and exasperation at his country’s failure to quell what
basically amounts to a wide-scale poisoning of its people, Solanas jumps from location to location to interview
as many victims and experts as possible. He even inserts himself into the action,
getting a blood test that reveals he has abnormally high levels of a toxin used
to fumigate crops. But his problems seem minor compared to the scores of
malformed babies we see in one harrowing sequence set in a maternity ward, or
to those of an indigenous family living like vagrants on what used to be
fertile land.
This is not the first documentary to deal with the evils of
agribusiness — Food, Inc., The World According to Monsanto and Our Daily Bread are all good examples— but in
terms of showing how a single nation has suffered under widespread farming
techniques imposed by foreign corporations, Journey is a
necessary addition to the canon.
Operating the camera along with Nicolas F. Sulcic, Solanas shoots
things fast and efficiently, showing little concern for giving us pretty
pictures (some footage looked blurry in places; lots of images are desaturated). Cutting by five credited editors pieces
dozens of people and places together in a short time span, making for a
dizzying effect that further underscores the direness of the situation…
…Por
supuesto, Solanas no se queda en la denuncia y también entrevista y visita a
los integrantes de Naturaleza Viva, Remo Vénica e Irmina Kleiner, un proyecto
de agricultura orgánica y agroecológica que es un ejemplo en el mundo. La lucha
de la pareja por la supervivencia fue retratada de forma maravillosa por Juan
Baldana en Los del Suelo (2015), film que narra su huida de
las autoridades militares y su vida en la clandestinidad durante toda la última
Dictadura Militar. El realizador también releva en Viaje a los Pueblos
Fumigados otros proyectos con conciencia rural agroecológica que
producen alimentos orgánicos y proponen otro modelo de desarrollo sin
soluciones químicas contaminantes. Solanas regresa así nuevamente al documental
de barricada para advertir sobre una cuestión que cada vez hace más ruido y
necesita difusión, para frenar a las corporaciones multinacionales y sus
cómplices locales en su intento de envenenamiento de la población, para poder
construir una soberanía alimentaria como proponen organizaciones
internacionales como Vía Campesina.
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