mercoledì 19 giugno 2019

Bombón el perro - Carlos Sorin

Juan Villegas interpreta Juan Villegas e Walter Donado interpreta Walter Donado. senza dimenticare il cane, Bombón interpreta Bombón, nessun altro avrebbe potuto interpretare quei personaggi meglio di loro stessi.
il film è un gioiellino di umanità ed equilibrio, come sa fare Carlos Sorin, che ambienta il film nella sua Patagonia.
non perdetevi questo piccolo capolavoro, resterete davvero contenti, promesso - Ismaele



Sorín ubica la historia de Juan Villegas y su perro Bombón en la Patagonia, como lo hiciera con sus tres películas anteriores. Un paraje desolado, de largos recorridos ausentes, donde el tiempo parece detenerse tras un silencio sepulcral. Rasgos que se hermanan con las criaturas que suele moldear el director: personajes cotidianos, solitarios –pero no por opción– que buscan con timidez una compañía para aplacar la soledad. Las supuestas trivialidades y los encuentros (casuales o no) son precisos dentro de la propuesta. Los devenires en la vida de los personajes se muestran como infinitos pliegues que esquivan todo determinismo. El destino, si bien incierto, nunca es del todo pesimista. Le Chien (posteriormente Bombón) es algo más que un compañero de viaje; es una fuente de trabajo para un desocupado de cincuenta y tantos años que se las arregla vendiendo cuchillos artesanales. Sorín parece haber encontrado su lugar en el mundo y allí desplaza sus piezas con un infinito amor (algo no tan común en el cine actual).
Lejos del pintoresquismo, fuerte tentación de los paisajes del sur, la película toma energía de su protagonista y de la empatía que contagian sus aventuras. Como don Galván (protagonista de La mecha), Juan Villegas se plantea como un prototipo altruista caído en desgracia pero no carente de esperanza. El hecho de ser un actor no profesional lo hace aun más diáfano y lo acerca más a una puesta hiperrealista que se hace deudora tanto del cinéma vérité como del clasicismo (el uso de la música, de la estructura secuencial y de la puesta de cámara en favor de la emoción y el sentimiento así lo sugieren).
El cine de Sorín no se basa en grandilocuencias o efectismos; es un largo peregrinaje que encuentra en las pequeñas anécdotas, casi efímeras, su razón de ser. Pero aquí la anécdota ya prefigurada en Historias mínimas es el centro absoluto del relato. Lo que antes era un abanico de personajes que se entrelazaban "equitativamente" ahora se reduce a las figuras de Villegas y Donado (un amaestrador atractivo pero algo estilizado), que funcionan a modo de contrapunto. Esta apuesta a la linealidad gana en la identificación y el delineamiento de los personajes, pero el guión resulta un tanto forzado y pierde el dinamismo que ejercían los diferentes puntos de vista en Historias mínimas. El humor continúa siendo utilizado para borrar esos atisbos de solemnidad que suelen teñir los relatos denominados humanistas.
Sorín apuesta a la sencillez (eliminando todo simbolismo) y sus historias se instalan en un universo amable que tiende a resultar ingenuo por su liviandad. El perro no sólo no desafía estas características; las profundiza. No hay cuestionamientos (pese a algunas insinuaciones) hacia los personajes sino la actitud de focalizar sobre el futuro de cada uno de ellos. Un mundo que se va creando y definiendo a lo largo de los caminos desérticos del sur.

Un uomo rimasto senza lavoro in una terra difficile, un presente fatto di stenti, un incontro fortuito -di mezzo ci si mette un cane- ed ecco la svolta nella propria vita.
Storia semplice, anzi decisamente naif, ma affatto noiosa, sicuramente complice un'innata simpatia ispirata dal co-protagonista a quattro zampe a cui in alcuni momenti, come si dice, mancava solo la parola.
Simpatico decidere se fosse il mite dogo argentino ad assomigliare di più al suo padrone o viceversa...
Nota di merito per i meravigliosi, infiniti paesaggi della Patagonia, perennemente sferzata dal vento.

…“Bombòn – El Perro segue la scia del mio precedente film, Piccole storie, perché anche in questo caso lavoro con personaggi semplici, raccontando una storia minimalista e interpretata da non-attori. Forse è semplicistico parlare di personaggi semplici. In realtà non lo sono: il mondo interiore del più umile contadino ecuadoregno è impenetrabile quanto quello di un professore di filosofia. La differenza è che quest’ultimo riflette e comunica principalmente con le parole, mentre il contadino, più essenziale, con gesti e silenzi. Uno sguardo, un silenzio, il lampo di un sorriso accennato in primo piano comunicano molto più di discorsi retorici.”
Queste le parole del regista Carlos Sorin che dalla vita di personaggi semplici riesce a costruire una storia intensa, fatta di sguardi e di non detti, di silenzi che si perdono in paesaggi desolati. Una storia anche divertente, perché nessuna vita è prevedibile fino in fondo.

Bombón, el perro se puede ver como una continuación del espíritu de Historias mínimas, pero nunca como un apéndice, una coletilla, un resto alargado. Sorin ha vuelto a retratar una vida anónima en sus pequeñas anécdotas, con toda la riqueza de los personajes que la rodean, para elevar el estudio microscópico a gran lectura de la condición humana. Una película de hombre con perro es casi tan temible como una película con niño, pero Sorin suele cuidarse mucho de cargar las tintas sentimentales, y en cambio tiene bien cargadas las armas de la ironía y la más legítima ternura hacia sus protagonistas. Una galería de secundarios asombrosa, todos memorables, van creando un nuevo mundo de esperanzas mínimas que sustituyan a la estabilidad perdida, un mundo de ficción totalmente empapado de la realidad que circunda a la cámara. Sorin ha vuelto a hacer fábula poética con los pies bien asentados sobre la tierra que pisa, con la mirada tan abierta y lúcida que convierte el paisaje en un personaje más.Para amantes de las (grandes) historias mínimas. Lo mejor: la aplastante naturalidad de Juan Villegas. Lo peor: el título: el bueno era Bombón Lechien, nombre y apellido del perro.

Quando la semplicità paga. Quella del film e quella dei suoi protagonisti: un uomo e un cane, entrambi forse troppo buoni per la società che li ospita, ma in fin dei conti portatori del segreto della felicità, o quanto meno della serenità: essere sempre in pace con se stessi. Bonbon è un bellissimo (e docilissimo) dogo argentino, e chi ama gli animali non potrà non affezionarcisi fin dalla sua comparsa nel film. Il suo padrone è l'uomo con la faccia più buona che ci sia, e ugualmente chiunque si affezionerà a lui. La trama è semplice e scorrevole. La fotografia è sublime: regala scorci di Patagonia, con i suoi ampi spazi e il vento che la pervade ininterrottamente.

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