i miracoli succedono e si può vedere l'opera di un grande regista e intellettuale, meno male.
il protagonista vuole sempre vincere, rubare, prevaricare, nonostante tutto e a qualsiasi costo, insomma un umano come tanti, come troppi.
il film non è lineare, si va avanti e indietro nel tempo, tutto si tiene e l'insieme è un bello spettacolo, promesso - Ismaele
…Al comienzo del artículo se mencionó de cómo , y lo estuvo, hasta que no hace muchos años se encontró una
copia en Moscú, donde fue exhibida y premiada la cinta, se cambió el soporte de
celuloide a DVD, pero naturalmente en el proceso, y con el normal deterioro de
los años en el positivo, algunas prestaciones de la filmación se perjudicaron;
una lástima, pero mucho mayor hubiera sido la pena si el filme se hubiese
perdido definitivamente. Sea como fuere, Robles Godoy manifiesta ya una de las
características que acompañarán a su cine desde el comienzo hasta el final, y
esto es, la forma, el tratamiento de su narración, quebrando la unidad espacio
temporal, invadiendo de onirismo la realidad, haciendo que la línea divisoria
en los dos casos mencionados se disuelva completamente, un elemento siempre apreciable
en un cineasta. En ese sentido, el mayor quiebre o ruptura de la linealidad
viene a ser la irrupción del elemento femenino, la fémina que surge del fuego,
fogosa alegoría, una secuencia lenta, silenciosa, oscura, parsimoniosos y
cortos planos, muy a la época también el tratamiento de la secuencia sexual,
sintiéndose alguna influencia de Antonioni. No hay una estructura convencional
en Robles Godoy, tanto en su narrativa como en su expresividad, se percibe una
densidad que no desaparecerá jamás, ni de la cinta, ni de su cine. Asimismo
observaremos otras de sus siempre presentes formas en su estilo, y es que su
lenguaje es alegórico, siempre hablándonos a través de figuras, de imágenes, de
metáforas, de elipsis, una mujer que surge del fuego, un hombre que realiza
algo para inmediatamente hacerse analogía a su infancia, el lenguaje del
cineasta estuvo siempre con los nortes bien definidos. Y esto va de la mano con
su inclinación onírica: es sabido que el extraordinario cineasta clásico
nórdico Alf Sjöberg dejó
imperecedera impronta en el peruano, y para el conocedor de la obra del sueco,
no hacen falta mayores explicaciones, el estilo y directriz del cine de Robles
Godoy es perfectamente coherente. Así, surgen esas alegorías como parte del
inconsciente del protagonista, surgen como actos reflejos mentales, lo cual
resulta bastante evidente cuando se visiona la cinta, y esto nos va diagramando
mucho de la personalidad del personaje, de su interior, de sus recuerdos, de
sus miedos. Robles Godoy nos dice en una entrevista que la cinta trata de la
soledad, pero no la soledad del forastero protagonista, como afirma que
erróneamente se pensó, sino la soledad de la selva, la soledad que
probablemente él experimentó viviendo allí, el título ya nos va deslizando algo
al respecto. Una cinta que casi se nos pierde para siempre, pero felizmente
recuperada, una cinta que se vio enriquecida y favorecida por capitales
argentinos en una época en que en el Perú la calidad de producción
cinematográfica era demasiado artesanal, incluso el protagonista, Ignacio Quirós, argentino, vino
junto a técnicos compatriotas suyos a trabajar en la película. Robles Godoy,
nacido en Nueva York, pero de padres y de corazón peruanos, es para muchos, y
para quien escribe, el mejor cineasta que el Perú ha producido. Su sensibilidad
y su fuerza nunca desaparecerán, y es esta una cinta que él amó, digna de
apreciación.
…Mediante una serie de saltos temporales
intercalados en el metraje, Robles Godoy logrará una innovadora deconstrucción
del tiempo que conectará en la misma linea argumental tres espacios diferidos
de la existencia vital del protagonista: su infancia dominada por la pobreza y
la miseria, su madurez en la que se seremos testigos de la verdadera identidad
de este siniestro personaje que no es otra que la de un arribista sin
escrúpulos que incluso llegó a ejercer labores como asesino a sueldo contratado
por los terratenientes explotadores de las tierras vírgenes para asesinar a los
líderes indígenas partidarios de la revolución agraria y su presente como
moribundo sin rumbo predestinado a un destino fatal. Además de la ingeniosa
apuesta temporal surtida por Godoy, la cinta ostenta un acabado fílmico de
primera categoría así como de un potente sentido del ritmo apoyado en una
poderosa puesta en escena que recuerda a las grandes películas de aventuras de
Hollywood como La presa desnuda, Deliverance o
La presa de Walter Hill por su apuesta en retratar la
batalla por la supervivencia llevada a cabo por el hombre en un entorno natural
agreste y hostil lo cual ayuda a impregnar la obra de una atmósfera opresora
plena de claustrofobia.
Robles
Godoy dotó a su película de una musicalidad plena de poesía, siendo los sonidos
de la selva y sus silencios la principal banda sonora que acompaña al
espectador en la desesperada epopeya infernal dibujada con el fino estilete de
un artista. La cinta mezcla de forma admirable unos profundos travellings y
nerviosas tomas filmadas cámara en mano con otros planos en los que se nota la
pausada y calmada mano maestra de un virtuoso del séptimo arte. De este modo
los saltos temporales bosquejados a lo largo del film no acabarán siendo un
presuntuoso ejercicio de estilo vanguardista sino que estos mismos serán
el argumento que ofrecerá un sentido lógico a la propia sinopsis del film. Igualmente
el film encierra una feroz crítica en contra de las agresivas políticas
anti-indigenistas llevadas a cabo por los gobiernos peruanos que diseñaban sus
decretos desde despachos situados en cómodas y deshumanizadas ciudades, siendo
por tanto una obra de la que brota un valiente canto en favor del ecologismo y
de la conservación natural del medio sin ingerencias impuestas por la mente
humana. A este espíritu crítico se une la denuncia inserta en la espina dorsal
del film en contra de la avaricia, la mezquindad y el sórdido egoísmo que
impera en el hombre occidental, hombre éste que ha abandonado la solidaridad en
favor del la vileza en su forma de concebir las relaciones humanas. Sin duda, En la selva no hay estrellas es
una película que causará una más que grata sorpresa a todos aquellos que
piensen que el cine latinoamericano clásico fue ajeno a los lenguajes más
intrincados y complejos surgidos en la maravillosa década de los sesenta.
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