domenica 5 novembre 2017

Het vonnis (Il verdetto) - Jan Verheyen

dice Epicuro: “la giustizia è la vendetta dell'uomo sociale, come la vendetta è la giustizia dell'uomo selvaggio"
il protagonista, Luc, è lo straordinario Koen de Bouw (protagonista di tanti grandi film (come un Ricardo Darín belga), l’avvocato difensore del morto è Veerle Baetens, la protagonista di Alabama Monroe.
la storia è quella eterna della giustizia, se le istituzioni che la esercitano falliscono, si può fare da sé?
film davvero bello, e terribile, anche per chi non è magistrato - Ismaele



…Such creativity is also at work in a few unexpected flashbacks that occur during the trial, but a recurring image, which also opens the film, is a closeup on Luc’s trembling hand after he committed the act. We see the same shot at least three times throughout the film, which is frankly unnecessary as there is no real doubt that he committed it as a last resort, almost despite his own moral values.
But the film’s greatest flaw is one it just barely makes. The viewer wonders how everything will turn out in the end, because it seems there are only two possible outcomes, and we would see either of them right before the end credits. The film doesn’t do this but instead gives us a firm closing that is not at all unlike a television episode, whereas it would have been much more effective to leave the ending open and ambiguous and confront the viewer with the aggressive but factual title card immediately afterwards.
As a work by a filmmaker with evident passion for his subject, The Verdict is a powerful mixture of message and execution...

El drama judicial, pese a no estar instituido como un género cinematográfico al uso, posee una 
specificidad muy definida que lo convierte en uno de los subgéneros más resultadistas de la historia del séptimo arte. Su versatilidad, dentro de su encorsetada estructura, ha permitido que algunos de estos procesos formen parte de las listas de mejores películas de todos los tiempos. Hay obras maestras que son auténticas historias de intriga, thrillers de despacho, como la excelente Testigo de cargo (1957) o El dilema (1999). Otras han servido como análisis de personajes atrayentes y sugestivos –Anatomía de un asesinato (1959)– o como espejo de una sociedad y un tiempo determinados –La red social (2010)–. Las mejores, para mi gusto, son aquellas que denuncian las grietas del sistema y por ende permiten reflexiones impetuosas y también reposadas que ponen al espectador en la tesitura de tomar partido. Esas que a pesar de su inexcusable punto de partida y verborrea habitual exigen preguntarse ¿Qué haría yo? ¿Por qué el sistema funciona así? Todas las que hacen que en tu cabeza resuene el eco de la injusticia. Se me pasan por la cabeza la magnífica y claustrofóbica 12 hombres sin piedad (1957) o la trágica En el nombre del padre (1993). En esos lodos se faja Jan Verheyen en su último trabajo, El veredicto (2014). Película que ha tenido un éxito de taquilla abrumador en su país de origen (Bélgica) y que ha sido galardonada en el Festival de Montreal. Edificada sobre la venganza de un hombre inmaculado al que un facineroso priva de su esposa e hija…
…El juicio paralelo de los medios desemboca en un juez mediático capaz de introducirse en un jurado popular. Un obvio reflejo de la cantidad de cuestiones judiciales que están en boca de todos y sobre las que cada uno emite su juicio personal, sin saber en qué medida se ha visto influenciado por factores externos. Con los riesgos que eso conlleva. ¿Hasta qué punto se tienen que seguir las reglas de juego? ¿Es la ley susceptible de cierta arbitrariedad con el fin de conseguir resultados más humanos? ¿Debemos supeditarnos al imperativo de las normas incluso si estas son injustas? ¿Los reglamentos nos hacen un animal social o nos hacen más salvajes? ¿Qué hacer cuando el sistema pisa nuestros derechos? No sé, depende, sí, no. Son preguntas abiertas a la ambigüedad o a la resolución extrema fruto del dolor. Son interrogantes a los que Luc –el protagonista– da carpetazo sin paliar su sufrimiento. Sea como fuere El veredicto es un comentario de texto, de algo más de hora y media, sobre el aforismo atribuido al filósofo griego Epicuro: “la justicia es la venganza del hombre social, como la venganza es la justicia del hombre salvaje”. Juzguen ustedes mismos. 

…La película, que da para un amplio debate, muestra las limitaciones del Estado de Derecho. Las garantías para proteger a un inocente, pueden dejar en la calle a culpables sobre los que no existen demasiadas sombras de duda. Pegarse a la letra de la ley, y más cuando se habla de defectos de forma, puede degenerar en injusticia. La felicidad que nos ofrece la democrática sociedad occidental carece con frecuencia de resortes para afrontar las tragedias que ocurren en la vida. Nadie es criminal al nacer, las circunstancias pueden empujar y favorecer una carrera fuera de la ley, pero la libertad en las decisiones personales existe. El sistema no es un ente puramente abstracto, lo construimos los individuos, y debemos poner los medios para que funcione, enmendar sus errores. Todo este conjunto de ideas vertebra bien el film, de modo que Verheyen, a través de las tribulaciones del protagonista, obliga al espectador a no inhibirse en sus responsabilidades.

Jan Verheyen es un director bastante famoso en Bélgica pese a que aquí no los conozcamos de nada.
Sus películas gozan de gran afluencia de público gracias a que suelen versar sobre historias universales con las que cualquiera puede sentirse identificado. Alles moet weg es una road movie suya que se convirtió en una obra de culto con el paso de los años, Team spirit fue una comedia sobre un pequeño equipo de fútbol y un canto a la amistad que funcionó muy bien, tanto que derivó a una miniserie de televisión y años más tarde tuvo su secuela en cines. AliasVermistLos,Dossier K. y Zot Van A son otras de sus exitosas películas. Su última película, El veredicto, está en resonancia a aquellos dramas judiciales clásicos, con su estilo personal característico para el thriller con toques de drama. Logró más de 374.000 espectadores en su país y generó polémica al reavivar el debate sobre el sistema judicial belga…

…Es cierto que de un modo extremadamente hábil Verheyen, bajo apariencias de objetividad, ha conseguido ponernos al favor del acusado-victima, gracias a presentarnos como sutilmente antipáticos a sus contrincantes. Pero con ello no hace otra cosa que representar en la pantalla el rechazo social que están provocando hoy los poderes públicos, cuando no parecen estar a favor de la gente, sino de sí mismos y de un sistema caduco que hace agua por sus cuatro costados.
Es admirable el manejo de la elipsis fílmica. Extraordinaria, la violenta secuencia inicial, necesaria para suscitar no solo la captación narrativa, sino la indignación ante los ulteriores acontecimientos; sobria y llena de sinceridad, la interpretación del protagonista Koen De Bouw (Loft, La memoria del asesino) acompañado por el veterano Johan Leysen (El americano, Joven y bonita) y la original Veerle Baetens (Alabama Monroe, Loft). Pero sobre todo brillan el guion, la realización y el montaje, que mantienen el interés hurtándonos elípticamente secuencias esperadas, como los disparos del vengador o el veredicto del jurado, para mostrárnoslo como saltos atrás o sobreentendidos en otros momentos del film. Si arte o poesía es evocar o “decir sin decir”, la película lo consigue con creces.
Puede alegarse en contra que “el malo” queda en el análisis relegado a un segundo plano, solo esbozado parcialmente en los atenuantes de su vida pasada, expuestos por el procurador, y que en este aspecto el film es un tanto maniqueo. Pero hay que tener en cuenta que el verdadero acusado del film es el sistema mismo, que aun  a favor de este “asesino a su pesar”, deja muchas preguntas abiertas a la reflexión: ¿Deben los jueces aplicar férreamente la ley sin interpretaciones o epiqueyas? ¿Deberían los legisladores revisar con mayor frecuencia la legislación vigente para tapar los agujeros que se detectan en la práctica? ¿Es venganza o autodefensa la ejecución en este caso? ¿Es siempre  creíble conforme a justicia nuestro actual Estado de Derecho? ¿No debería tener sus propios mecanismos de retractación cuando se equivoca de forma palmaria?
Desde luego si Hollywood se lanzara a producir un remake a la americana de El veredicto, mucho nos tememos que no dudaría, además en adobarlo con más sentimentalismos, en ahorrarse muchos de estos matices, para caer en la figura del cowboy justiciero una vez más, que tanto ha fomentado en ese país la posesión y uso de las armas. Ahora bien, aunque el film evoca al final el vacío del protagonista, la pregunta clave queda por responder: ¿Le aporta paz a Luc asesinar al asesino o mayor soledad? En todo caso la película, muy verbal, es al mismo tiempo un regalo para los ojos y la mente.

…un drama judicial que ahonda principalmente en la desesperación de un hombre que lo ha tenido todo y que ahora, por culpa de un asesino al que la justicia trata tal vez de forma demasiado justa, se ve abocado a una lucha contra el sistema judicial, como única manera de encontrar algo que le de soporte vital, que le haga mantenerse a flote en estos momentos en los que podría liarse a tiros, cual Charles Bronson, para calmar su sed de justicia. No es esto lo que nos trae la película excelentemente dirigida y guionizada por Jan Verhayen, sino que la propuesta de esta Het Vonnis es mostrar la lucha de un hombre contra un sistema judicial en el que parece que ley y justicia no van siempre de la mano.
Dirigida con excelente pulso narrativo, en el que el ritmo escénico se erige como el baluarte principal de los valores a destacar, el largometraje en ningún momento decae y nos tiene capturados por la tensión que tan bien domina Verhayen. Una tensión que se refleja en el rostro del protagonista, un soberbio Koen de Bouew, que sabe mantener un rostro en el que vemos perfectamente reflejado cada decisión y cada golpe, pese a mantenerse prácticamente inexpresivo. “El Veredicto” es, en definitiva, una gran película que recoge lo mejor del cine judicial clásico, en la que la fuerza radica en los diálogos y en las interpretaciones, que están, muy por encima, de las breves y explosivas escenas de contenida violencia.

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