dice Epicuro: “la giustizia è la vendetta dell'uomo sociale, come la vendetta è la giustizia dell'uomo selvaggio"
il protagonista, Luc, è lo straordinario Koen de Bouw (protagonista di tanti grandi film (come un Ricardo Darín belga), l’avvocato
difensore del morto è Veerle Baetens, la protagonista di Alabama
Monroe.
la storia è quella eterna della giustizia, se le istituzioni che la esercitano falliscono, si può fare da sé?
film davvero bello, e terribile, anche per chi non è magistrato - Ismaele
la storia è quella eterna della giustizia, se le istituzioni che la esercitano falliscono, si può fare da sé?
film davvero bello, e terribile, anche per chi non è magistrato - Ismaele
…Such creativity is also at work in a few
unexpected flashbacks that occur during the trial, but a recurring image, which
also opens the film, is a closeup on Luc’s trembling hand after he committed
the act. We see the same shot at least three times throughout the film, which
is frankly unnecessary as there is no real doubt that he committed it as a last
resort, almost despite his own moral values.
But the film’s greatest flaw is one it just
barely makes. The viewer wonders how everything will turn out in the end,
because it seems there are only two possible outcomes, and we would see either
of them right before the end credits. The film doesn’t do this but instead
gives us a firm closing that is not at all unlike a television episode, whereas
it would have been much more effective to leave the ending open and ambiguous
and confront the viewer with the aggressive but factual title card immediately
afterwards.
As a work by a filmmaker with evident passion
for his subject, The Verdict is a powerful mixture of
message and execution...
El drama judicial, pese a no estar instituido
como un género cinematográfico al uso, posee una
specificidad
muy definida que lo convierte en uno de los subgéneros más resultadistas de la
historia del séptimo arte. Su versatilidad, dentro de su encorsetada
estructura, ha permitido que algunos de estos procesos formen parte de las
listas de mejores películas de todos los tiempos. Hay obras maestras que son
auténticas historias de intriga, thrillers de despacho, como la excelente
Testigo de cargo (1957) o El dilema (1999). Otras han servido como análisis de
personajes atrayentes y sugestivos –Anatomía de un asesinato (1959)– o como
espejo de una sociedad y un tiempo determinados –La red social (2010)–. Las
mejores, para mi gusto, son aquellas que denuncian las grietas del sistema y
por ende permiten reflexiones impetuosas y también reposadas que ponen al
espectador en la tesitura de tomar partido. Esas que a pesar de su inexcusable
punto de partida y verborrea habitual exigen preguntarse ¿Qué haría yo? ¿Por
qué el sistema funciona así? Todas las que hacen que en tu cabeza resuene el
eco de la injusticia. Se me pasan por la cabeza la magnífica y claustrofóbica
12 hombres sin piedad (1957) o la trágica En el nombre del padre (1993). En
esos lodos se faja Jan Verheyen en su último trabajo, El veredicto (2014).
Película que ha tenido un éxito de taquilla abrumador en su país de origen
(Bélgica) y que ha sido galardonada en el Festival de Montreal. Edificada sobre
la venganza de un hombre inmaculado al que un facineroso priva de su esposa e
hija…
…El juicio paralelo de los medios desemboca en un
juez mediático capaz de introducirse en un jurado popular. Un obvio reflejo de
la cantidad de cuestiones judiciales que están en boca de todos y sobre las que
cada uno emite su juicio personal, sin saber en qué medida se ha visto
influenciado por factores externos. Con los riesgos que eso conlleva. ¿Hasta
qué punto se tienen que seguir las reglas de juego? ¿Es la ley susceptible de
cierta arbitrariedad con el fin de conseguir resultados más humanos? ¿Debemos
supeditarnos al imperativo de las normas incluso si estas son injustas? ¿Los
reglamentos nos hacen un animal social o nos hacen más salvajes? ¿Qué hacer
cuando el sistema pisa nuestros derechos? No sé, depende, sí, no. Son preguntas
abiertas a la ambigüedad o a la resolución extrema fruto del dolor. Son
interrogantes a los que Luc –el protagonista– da carpetazo sin paliar su
sufrimiento. Sea como fuere El veredicto es un comentario de
texto, de algo más de hora y media, sobre el aforismo atribuido al filósofo
griego Epicuro: “la justicia es la venganza del hombre social, como la venganza
es la justicia del hombre salvaje”. Juzguen ustedes mismos.
…La película, que da para un amplio debate, muestra las
limitaciones del Estado de Derecho. Las garantías para proteger a un inocente,
pueden dejar en la calle a culpables sobre los que no existen demasiadas
sombras de duda. Pegarse a la letra de la ley, y más cuando se habla de
defectos de forma, puede degenerar en injusticia. La felicidad que nos ofrece
la democrática sociedad occidental carece con frecuencia de resortes para
afrontar las tragedias que ocurren en la vida. Nadie es criminal al nacer, las
circunstancias pueden empujar y favorecer una carrera fuera de la ley, pero la
libertad en las decisiones personales existe. El sistema no es un ente
puramente abstracto, lo construimos los individuos, y debemos poner los medios
para que funcione, enmendar sus errores. Todo este conjunto de ideas vertebra
bien el film, de modo que Verheyen, a través de las tribulaciones del
protagonista, obliga al espectador a no inhibirse en sus responsabilidades.
…Jan Verheyen es un director bastante
famoso en Bélgica pese a que aquí no los conozcamos de nada.
Sus películas gozan de gran afluencia de público gracias a que suelen
versar sobre historias universales con las que cualquiera puede sentirse
identificado. Alles moet weg es una road movie suya que se
convirtió en una obra de culto con el paso de los años, Team spirit fue
una comedia sobre un pequeño equipo de fútbol y un canto a la amistad que
funcionó muy bien, tanto que derivó a una miniserie de televisión y años más
tarde tuvo su secuela en cines. Alias, Vermist, Los,Dossier
K. y Zot Van A son otras de sus exitosas películas.
Su última película, El veredicto, está en resonancia a
aquellos dramas judiciales clásicos, con su estilo personal característico para
el thriller con toques de drama. Logró más de 374.000 espectadores en su país y
generó polémica al reavivar el debate sobre el sistema judicial belga…
…Es cierto que de un modo
extremadamente hábil Verheyen, bajo apariencias de objetividad, ha conseguido
ponernos al favor del acusado-victima, gracias a presentarnos como sutilmente
antipáticos a sus contrincantes. Pero con ello no hace otra cosa que
representar en la pantalla el rechazo social que están provocando hoy los
poderes públicos, cuando no parecen estar a favor de la gente, sino de sí
mismos y de un sistema caduco que hace agua por sus cuatro costados.
Es admirable el manejo de la
elipsis fílmica. Extraordinaria, la violenta secuencia inicial, necesaria para
suscitar no solo la captación narrativa, sino la indignación ante los
ulteriores acontecimientos; sobria y llena de sinceridad, la interpretación del
protagonista Koen De Bouw (Loft, La memoria del
asesino) acompañado por el veterano Johan Leysen (El americano, Joven
y bonita) y la original Veerle Baetens (Alabama Monroe, Loft).
Pero sobre todo brillan el guion, la realización y el montaje, que mantienen el
interés hurtándonos elípticamente secuencias esperadas, como los disparos del
vengador o el veredicto del jurado, para mostrárnoslo como saltos atrás o
sobreentendidos en otros momentos del film. Si arte o poesía es evocar o “decir
sin decir”, la película lo consigue con creces.
Puede alegarse en contra que “el
malo” queda en el análisis relegado a un segundo plano, solo esbozado
parcialmente en los atenuantes de su vida pasada, expuestos por el procurador,
y que en este aspecto el film es un tanto maniqueo. Pero hay que tener en
cuenta que el verdadero acusado del film es el sistema mismo, que aun a
favor de este “asesino a su pesar”, deja muchas preguntas abiertas a la
reflexión: ¿Deben los jueces aplicar férreamente la ley sin interpretaciones o
epiqueyas? ¿Deberían los legisladores revisar con mayor frecuencia la
legislación vigente para tapar los agujeros que se detectan en la práctica? ¿Es
venganza o autodefensa la ejecución en este caso? ¿Es siempre creíble
conforme a justicia nuestro actual Estado de Derecho? ¿No debería tener sus
propios mecanismos de retractación cuando se equivoca de forma palmaria?
Desde luego si Hollywood se lanzara
a producir un remake a la americana de El
veredicto, mucho nos tememos que no dudaría, además en adobarlo
con más sentimentalismos, en ahorrarse muchos de estos matices, para caer en la
figura del cowboy justiciero una vez más, que tanto ha
fomentado en ese país la posesión y uso de las armas. Ahora bien, aunque el
film evoca al final el vacío del protagonista, la pregunta clave queda por
responder: ¿Le aporta paz a Luc asesinar al asesino o mayor soledad? En todo
caso la película, muy verbal, es al mismo tiempo un regalo para los ojos y la
mente.
…un drama judicial que ahonda principalmente en la
desesperación de un hombre que lo ha tenido todo y que ahora, por culpa de un
asesino al que la justicia trata tal vez de forma demasiado justa, se ve
abocado a una lucha contra el sistema judicial, como única manera de encontrar
algo que le de soporte vital, que le haga mantenerse a flote en estos momentos
en los que podría liarse a tiros, cual Charles Bronson, para calmar su sed de
justicia. No es esto lo que nos trae la película excelentemente dirigida y
guionizada por Jan Verhayen, sino que la propuesta de esta Het Vonnis es
mostrar la lucha de un hombre contra un sistema judicial en el que parece que
ley y justicia no van siempre de la mano.
Dirigida con excelente pulso narrativo, en el que el ritmo escénico se
erige como el baluarte principal de los valores a destacar, el largometraje en
ningún momento decae y nos tiene capturados por la tensión que tan bien domina
Verhayen. Una tensión que se refleja en el rostro del protagonista, un soberbio
Koen de Bouew, que sabe mantener un rostro en el que vemos perfectamente
reflejado cada decisión y cada golpe, pese a mantenerse prácticamente
inexpresivo. “El Veredicto” es, en definitiva, una gran
película que recoge lo mejor del cine judicial clásico, en la que la fuerza
radica en los diálogos y en las interpretaciones, que están, muy por encima, de
las breves y explosivas escenas de contenida violencia.
Nessun commento:
Posta un commento