martedì 5 luglio 2016

El abrazo de la serpiente – Ciro Guerra

un film che cresce piano piano e arriva al cervello e cuore. 
Karamakate è l'indigeno che non potrà più vivere come e dove ha sempre vissuto, con la sua gente e i suoi antenati, da millenni.
i segreti e la sua cultura moriranno con lui, qualcuno va a conoscerlo, molti a derubarlo, e ucciderlo, non ha pezzi di carta, atti di proprietà, certificati catastali, non ha, lui è.
è un film che non fa stare bene, bellissimo e terribile, un mondo che finisce, un genocidio continuo e strisciante, dimenticato.
è sempre la stessa storia, se hai letto Francisco Coloane, o hai visto BirdWatchers - La terra degli uomini rossi, di Marco Bechis (che gira troppi pochi film, peccato) conosci le storie, e anche se hai visto Avatar, secondo me, e sopratutto se hai visto uno straordinario cortometraggio di Werner Herzog (qui).
non perderti El abrazo de la serpiente, dopo saprai perché - Ismaele








non ci sono parole migliori di quelle ritrovate nel vero diario di uno dei due esploratori, Theodor Koch-Grunberg:
“Non mi è dato sapere in questo momento, caro lettore, se già la sterminata foresta abbia iniziato anche in me quel processo che già in tanti altri, tra coloro che si sono avventurati fin qui, ha condotto alla completa e irrevocabile pazzia. Se questo è il caso, non mi resta altro che scusarmi e invocare la tua comprensione, giacché la varietà di cose a cui ho assistito durante queste ore fantastiche è stata tale che mi sembra impossibile descriverla con parole che facciano capire agli altri tanta bellezza e splendore; so soltanto che, come tutti coloro che hanno visto squarciarsi il pesante velo che li accecava, quando ritornai in me, ero diventato un altro uomo.”

 Guerra utiliza un único hilo narrativo no lineal y un exclusivo espacio físico para, mediante la introducción de dos momentos temporales diferentes, mostrar la evolución del hombre blanco en su proceso de comprensión de las tribus aborígenes de la amazonia colombiana. En su empeño de realizar este complejo estudio, el director plantea una única narración basada en el empirismo y en la descripción de registros anecdóticos y procedimentales de dos diferentes exploradores que recorrieron idénticos caminos con 20 años de diferencia. Cualquier separación entre escenas queda completamente erradicada, hecho que aporta una mayor fluidez al relato y obliga al espectador a permanecer atento a los cambios, no sólo de protagonista, ya que en ocasiones la transición es tan sutil que apenas logramos percatarnos, sino también del propio entorno y las vicisitudes que encontramos a su paso, cada vez más demacrado y explotado por el paso de la evolución y la contaminación social en un territorio profanado. La no obviedad de la película en ese sentido eleva su narración al desvanecer la línea espacio-temporal, haciendo que las dos diferentes etapas transitorias se vean unidas por hábiles trucos de cámara que juntan lugares comunes en momentos diferentes. Pasado y futuro se confunden gracias a la astucia de la cámara y el sensacional aprovechamiento del espacio. Como nexo de historias y agente estabilizador, que da orden y sentido en todo momento a las alteraciones cronológicas, encontramos a Karamakate, último superviviente de una tribu amazónica. La película se centrará en la relación de éste con dos exploradores, el biólogo alemán Theodor Koch-Grüngberg, y el estadounidense Richard Evans Schultes —ambos figuras reales en el campo de la etnología— en su intento de encontrar una planta curativa milenaria cuya efectividad depende de la conexión espiritual y el entendimiento de unos conocimientos esotéricos ancestrales…

…Ciro Guerra explora en la naturaleza humana y lo hace por medio de la confrontación de los dos científicos, Theo y Evans, que son contrastados alternativamente por Karamakate, un superviviente coihuano que ha visto todo el horror de la destrucción de su esencia. El panorama que muestra la cinta no puede ser más lúgubre: la ambición, la avaricia y la superchería han anclado en las culturas amazónicas, de manera que Karamakate puede encarar a Evans al ver el resultado: «Ahora son lo peor de ambos mundos». Una desoladora visión del paso del hombre blanco por la Amazonía colombiana que adquiere tintes míticos con la búsqueda de una planta que representa la esencia de la sabiduría de sus pueblos originarios: la yakruna.
El guion nos interpela constantemente, y a eso que llamamos civilización y progreso, con nuestras grandes lacras: el nativo toma de la tierra lo que le hace falta y respeta sus prohibiciones, y es por eso que se espanta del amor de los blancos hacia sus cosas, pues toda su ciencia conduce a la violencia y a la muerte, se lamenta…

Au cœur de son récit il y a ce survivant. Sorcier ou médecin, notre société actuelle ne saurait le classifier. Le tiraillement intérieur qui sous-tend son personnage, entre ouverture à l'autre et conscience du danger, entre désir de survie de sa culture et volonté de partage, se dessine progressivement au fil de parcours lascifs qui s'entremêlent avec intelligence à 40 années d'écart. Une fresque hors du temps, qui mérite une vision sur grand écran, comme pour mieux s'imprégner d'une folie humaine et d'un "progrès" qui fait toujours bien peu de cas des cultures. Un film passionnant, prix Art Cinema Award à la Quinzaine des réalisateurs de Cannes 2015.

El abrazo de la serpiente es un viaje hacia el pulmón del mundo. Sin embargo, en la primera escena, ya lo hallamos parcialmente marchito. En 1909, Theodor es consciente que sus ojos contemplan algo que sus hijos ya no podrán observar y aunque intente preservar la belleza y singularidad de la cultura indígena, no puede evitar que su presencia traiga consecuencias. Es destacable la secuencia en la cuál los indígenas descubren su brújula y se quedan con ella, pese a que Theodor intente arrebatársela. El alemán ve que ese cachivache destruirá el conocimiento natural del pueblo colombiano, pero sus componentes se sienten fascinados por el objeto. Pese a todo, debemos puntualizar que Theodor es un alma buena y bondadosa en comparación con los otros males que ha vivido esa tierra: caucheros, colonos y clérigos.

Ciro Guerra es especialmente duro con estos tres denominadores, considerándolos los verdaderos exterminadores de la cultura del Amazonas. Quisiera remarcar el tramo “religioso” de la cinta, que además, se acentúa con su aparición en los dos viajes, separados por 30 años de diferencia. En 1909, los católicos educan a los niños con mano dura y los cristianizan des de su infancia. En 1940, sin embargo, asistimos a un espectáculo aún más aterrador. El culto a los dioses providente de las culturas indígenas se ha mezclado con una devoción desmesurado a la figura de Jesús dando lugar a unos ritos espantosos y satánicos. Lo que vemos con Theodor es turbador, pero lo que observamos en el viaje de Schultes nos eriza la piel.
Simplemente con ese dato, ya comprobamos que el joven Ciro Guerra ha sido muy inteligente al estructurar su película en dos viajes miméticos que comparten un mismo personaje central (Karamakate) y que están separados por un corto periodo de tiempo. El impacto de la destrucción, el paso del tiempo como proceso devastador y la madurez de los personajes se acentúan con este mecanismo. En cierto modo, los científicos alemanes se configuran como simples acompañantes del viaje de Karamakate hacia la aceptación de su destino, el perdón de los actos de los demás y la redención personal. Éste complejo recorrido interior que sufre el protagonista se convierte en uno de los muchos puntos fuertes de la película…

Ancrant rapidement deux lignes narratives, son approche se veut ethnographique et métaphorique. L’homme blanc fait bientôt place à un autre, Evan, qui suit les traces du premier à la recherche de la yakrura. Il rencontre Karamakate ou celui qu’il pourrait être des années plus tard. Il n’a plus de mémoire. Il ne sait plus qui il est ou si seulement il existe encore. Evan lui demande d’être son guide, il accepte de le suivre. Les rôles s’inversent. Les périples se croisent, se recoupent, se superposent. Le temps s’efface pour se révéler être le témoin essentiel d’un devenir commun ; le témoin de la folie des hommes.
Optant pour un hypnotique noir et blanc, Giro Guerra nous charme, nous trouble, afin de nous emporter, au-delà du temps et de toute narration. L’approche est d’une fluidité rare semblant faire de la forêt vierge le personnage principal du film. N’est-ce pas son esprit qui semble guider la caméra qui observe d’entrée de jeu Karamakate plongé dans son propre reflet avant d’être troublé par l’arrivée de l’ethnologue et de son compagnon ? La mobilité du cadrage, toujours gracieuse, ne fait-elle pas écho au rythme du fleuve et des oscillations d’un corps cylindrique et infini à l’image de celui du serpent tandis que le son nous enveloppe au coeur de la nature ? L’étreinte de ce serpent, effective au générique, conduit au fil de son déploiement à une lente mutation qui est symboliquement celle de l’humanité et devient effectivement la nôtre.
L’expérience est d’autant plus envoûtante que le caractère sensoriel de la réalisation rompt toute frontière représentationnelle : nous pénétrons l’écran et survolons le fleuve, forts de partager un rêve total et salvateur que le cauchemar ancré par la colonisation ne peut détruire dès lors qu’il sommeille au plus profond de nous.

…Nonostante l'interesse acceso sul “polmone del mondo”, quanto ne sappiamo dei nativi? Ad oggi, le popolazioni sopravvissute non hanno avuto voce in merito.
Ci sono i resoconti degli esploratori occidentali, ma nessun contributo di chi conosce l'ecosistema di questo polmone verde grande quanto un continente.
Ciro Guerra in El abrazo de la serpiente ha il merito di aver portato sul grande schermo un'Amazzonia, di cui oggi non c'è più traccia: un'opera che ha del miracoloso per la fedeltà alla memoria di un immenso patrimonio culturale, tramandato oralmente per secoli, ora risucchiato dall'oblio.
Eppure, l'Amazzonia avverte che Madre Terra presenta il conto, da un passato (presente) attivo nel depradarla in nome del profitto, non possiamo che aspettarci scenari futuri nefasti…

El título de la película y algunas imágenes de las serpientes aumentan el enigma y el miedo de los dos exploradores, que en algún caso viven en una especie de delirio y estado febril, que parecen sometidos al efecto de un dardo narcotizante para no desviarse de la senda que marca el jefe de la tribu Chamán. Con una referencia astrológica en la parte final y la búsqueda de una planta medicinal, como objetivo inicial de ambos viajes. Una propuesta interesante, pero a la que se podía haber sacado más jugo en su segunda mitad, que termina siendo bastante plana y aburrida. 
Recomendable a los aficionados a las películas diferentes de una gran calidad visual…

Cualquiera que se encuentre en la tesitura de reseñar una película como El abrazo de la serpiente ha de hacerlo siempre con el mayor de los respetos, con la mirada de aquel que se encuentra ante una rara joya, única, merecedora de ser descubierta, con el espíritu del explorador (nunca mejor dicho) en busca del arte definitivo, aquel que alimenta el conocimiento absoluto y transporta al espectador a un estado casi místico de comunión entre el ego y una obra capaz de sublimar conceptos únicos y dispares entre sí. Bueno, esa es una opción. La otra es olvidarse de todos los laureles conseguidos por la película, las críticas apasionadas y enfrentarse a la película como lo que es, una obra de ficción que merece ser analizada con objetividad de una puñetera vez…


Era duro encontrarse con la frustración diaria. Muchas puertas se cerraban cuando Cristina Gallego y su esposo Ciro Guerra buscaban la manera  de dar vida a una idea llamada ‘El abrazo de la serpiente’, nominada al Óscar a Mejor Película Extranjera.
Fueron  tres años de dar la pelea por un proyecto en el que Cristina tenía fe. “Necesitó mucho tiempo para tomar forma y en esa medida el interés fue creciendo pero era difícil porque la idea no era clara, concisa, el guion se empezó a escribir pero no tomaba una forma  satisfactoria para producirla. Y de ahí financiarla...”, recuerda Cristina. 
La historia está  inspirada en los diarios de los primeros exploradores que recorrieron la Amazonía Colombiana, Theodor Koch-Grünberg y Richard Evan Schultes. La idea era narrar  la historia de Karamakate,  chamán amazónico y último sobreviviente de su pueblo, quien vive en aislamiento voluntario en lo más  profundo de la selva. Años de total soledad lo  convirtieron en chullachaqui, una cáscara vacía de hombre, privado de emociones y recuerdos.
Ciro y su esposa consideraron abandonar la idea pero “no hubo  nunca una decisión de dejar el proyecto, aunque él  dice que  tuvo momentos en que perdió la fuerza, pero también estaba ese ánimo   de perseverar y hacerlo pese a  las negativas. Queríamos y creíamos en  la historia, sentíamos un compromiso. Fueron tres años de negativas y un poco de terquedad”, reconoce la productora. 
“Pero al final vimos la luz al lograr una coproducción con Colombia, Venezuela y Argentina y vincular a  un importante socio como el Canal Caracol”.
Mientras tocaban puertas, Ciro trabajaba en  el guion y en 2013 lograron la anhelada financiación y apostaron por salir a rodar sin tener  los aportes de una productora…

qui un’intervista con Ciro Guerra



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