uno
splendido bianco e nero, nel dopoguerra quando ancora i colori al cinema
mancavano.
una storia politica, musicale, d'amore.
Wiktor e Zula si inseguono per
molti anni, non si dimenticano mai.
riescono a viaggiare,
privilegiati per quei tempi, fino a Parigi, e lì si incontrano ancora.
Pawel Pawlikowski è il regista di Ida,
i due film hanno qualche somiglianza, si vede che sono girati dalla stessa
mano, io preferisco Ida.
ma parliamo di super film, se Ida è da 10, Cold
War è comunque da 9.
non perdetevelo - Ismaele
… Cold War non è una fabbrica delle lacrime, non è ricattatorio, mai. Una
sobrietà rara in una materia tanto scivolosa, che è di regia e sceneggiatura.
Storytelling ellittico, ha sentenziato una signora inglese di non so quale
medium mentre eravamo tutti e due in fila un giorno a Cannes. Meglio non si
potrebbe dire. Pawlikowski, in un’operazione di esemplare economia espressiva,
elimina ogni traccia di superfluo, salta ogni raccordo, va dritto agli eventi
lasciando che sia lo spettatore a colmare gli spazi vuoti e il non detto. A
connettere i punti. Riuscendo a trasformare la storia dei suoi Wiktor e Zula in
una storia breve dell’Europa divisa tra Est e Ovest. O viceversa. E quanto
riesce a dirci senza sprecare inquadrature, come con quel viaggio in
Jugoslavia…
… La passione di Wiktor e Zula è segnata (letteralmente
descritta) dalla musica, protagonista assoluta del film. La ricerca dell’animo
polacco nella musica folk – quella che «ogni ubriaco che conosco sa cantare»,
come dice sprezzante Kaczmarek, il responsabile del Mazowsze ligio ai dettami
del partito – vive subito, nel suo contrasto, con i vocalizzi che Wiktor chiede
a Zula sulle note di I Loves You, Porgy, traccia gershwiniana che
suggerisce l’immanenza di un mondo e di una “musica” altra, oltre il confine.
La messa in scena prima minimale e popolare della musica contadina trova subito
una sponda nel regime, che la trasforma in enfasi ideologica chiedendo di
inserire inni omaggianti la riforma agraria e la figura del Grande Capo Stalin…
…la película se limita a seguir los pasos de una pareja que se ama
pero no sabe cómo, a través de una historia de encuentros y desencuentros. Es
una pareja que no puede vivir el uno sin el otro pero que no saben estar
juntos.
Los personajes de Zula y Wiktor están bien definidos; los dos son
supervivientes que tratan de buscar un hueco en los tiempos difíciles que vive
su país, ambos destacados en sus interpretaciones, en especial Joanna Kulig
como Zula.
La narración se extiende desde finales de los años 40 hasta poco
antes de los 60, con la pareja recorriendo una geografía devastada, un mundo
que se rompe y recompone como sus idas y venidas, recreando de forma
maravillosa los ambientes pasados, las diferentes ciudades, los pueblos, desde
la represiva Polonia al ambiente musical parisino, pasando por un Berlín
fronterizo… con gran capacidad para expresar sensaciones con imágenes.
La fotografía es muy poética, melancólica. Saca el mejor partido a
los primeros planos y exhibe imágenes con una espectacular profundidad de
campo, encuadres perfectos, desarrollándose la narración más por imágenes que
por palabras, por gestos, miradas.
La música también tiene mucho protagonismo, desde las canciones
populares de la Polonia profunda o las escenas de baile hasta la música
clásica, el jazz y los inicios del rock and roll.
El problema principal es que es una historia con saltos temporales un
tanto abruptos, excesivamente fragmentada en el relato, de forma que se acaba
viendo en la parte final un tanto deslavazada, pareciendo en ocasiones más
preocupada por la forma que por el fondo.
Su desenlace. además de muy adecuado a la historia, es romántico,
trágico, ambiguo y hermoso…
…Cold War es un cúmulo de sensaciones durante
sus escasa hora y media, un prodigio visual donde la fotografía, la filmación y
diversos planos hacen que estemos ante una verdadera obra maestra en lo
artístico ,cada escena, cada plano parece ser una obra de arte sacada de un
museo, no hay lugar para dar tregua ante la belleza que nos muestra el
director. En lo narrativo es otro cantar la historia, el querer desarrollar una
larga etapa en la vida de los protagonistas hace que veamos muchas elipsis que
no siempre están bien explicadas y algunas fallan, otras no son coherentes y en
línea general estamos ante un guión un poquito caótico y sin mucho sentido en
algunas ocasiones. Todo esto hace que salir del cine uno tenga contradicciones
ante lo que ha visto, una historia que flojea en muchas ocasiones se
contrarresta con una puesta en escena sublime y que deja sin aliento. Una
historia muy superior a su anterior trabajo Ida, engrandece a un gran director
y solamente por su puesta en escena merezca la pena pagar la entrada para ver
este soberbio film. Una historia tan triste como romántica a la vez.
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