giovedì 4 ottobre 2018

Kauwboy - Boudewijn Koole

ricorda un po' Kesdi Ken Loach, per via del rapporto dei bambini con un volatile.
straordinario Jojo, ma anche il padre è bravissimo.
manca la mamma, che Jojo venera, pensando che sia in tournée in America.
un piccolo grande film, da vedere e rivedere - Ismaele




Quien vaya al cine a ver Kauwboy conocerá a Jojo y a Jack, el grajo del que hablábamos. Y difícilmente se podrá olvidar de ellos. Rick Lens es el joven actor que le pone cara a Jojo, y qué gran acierto. Pues este rubito al que se le da divinamente sobrevivir entre las asperezas de la existencia roba o quizá rescata a una cría de grajo. Y con ese acto que mezcla la bondad infinita y el capricho mareante de un niño, empieza esta bonita película sobre ausencias y despertares.
La mayor ausencia  es la de una madre que parece que ha huido de un hogar que ahora esta resquebrajado. No por culpa del pequeño Jojo, que intenta mantenerlo a flote con una madurez desvergonzada y rutinaria, sino por un padre que cada día está más cerca de ser un gorila que un ser humano. Un animal de mirada triste que no consigue mantener una relación sana con nadie, ni siquiera con su propio hijo…

Las escenas de Jojo con el pichón emocionan pese a su simplismo. Desde el primer amanecer juntos hasta sus numerosos reencuentros, pasando por la típica situación familiar de evolución del tamaño en un apartado marco de puerta. La conexión es total, no solo entre los dos protagonistas también de un espectador maravillado con esta modesta propuesta – que no llega a los ochenta minutos de metraje –. Lejos de la compañía del ave su vida se torna amarga pero la sigue viviendo. Ama a su padre (Loek Peters), a esa vecina mayor que él (Susan Radder) y no desespera. Su agreste tenacidad llevará al momento de inflexión de la película. Un giro que separa a ‘Kauwboy’ del sobresaliente con un forzado hecho que, sin embargo, no tira por tierra el excelente trabajo tanto de su realizador como de ese aprendiz de cabeza de familia interpretado con desparpajo por Rick Lens. Por fortuna, tan sólo es un sobresalto, el epílogo nos devuelve a su inherente esencia. A esa vuelta al pasado. El nuestro. Donde las cosas eran tan simples. Donde el amor siempre era correspondido. Donde no existía la palabra imposible.

En las interpretaciones, el niño Jojo está simplemente genial, es tan natural que trasmite absolutamente todo. Su padre también, un hombre endurecido, gélido y adolorido pero que ama a su hijo. E incluso la niña que pasa con un chicle, haciendo bombas, también es encantadora.
En síntesis, una joya imperdible. Un gran ejemplo de las grandes cosas que se pueden conseguir con sencillez y con una historia llena de amor y dolor. Y al final debemos sobreponernos ante todas las dificultades y ser fuertes como los pequeños grajos.

…La película no cae en sentimentalismos, a pesar del tema y de tener a un niño como protagonista, más bien se orienta a fortalecer un registro naturalista sobre los comportamientos humanos ante situaciones límite. Sin embargo, y a pesar de una buena solvencia narrativa, la debilidad del film se encuentra hacia el final, en el manejo de la resolución del conflicto. Ahí es donde se aleja de la alegoría inicial, a la cual alude nuevamente en el final, y se desorienta. Si bien en el último cuarto de hora se devela aquello que necesitábamos para hilvanar la historia, la información no debería precipitar el desenlace y, menos, resolverlo de manera simplista y complaciente. El guion utiliza “tips” reparadores, extraídos de un manual de psicología básica. Un vuelco precipitado sobre el cierre que dejará insatisfecho a más de uno.
“Primero no hay nada. Nada en absoluto. Todo es negro; ¿y después?…”.

…nos hace reaccionar con algunos efectos pero en sí no se luce intensión de efectismos gratuitos. El padre no es una caricatura aunque es un personaje con no demasiadas aristas desarrolladas, no obstante hubiera sido fácil provocarla, ni el niño representa la indefensión absoluta (aunque claro es un menor), sino es a un punto autosuficiente y hasta atrevido. Reacciona como con los golpes de enojo que les da a los casilleros insistentemente, la huida de casa, su reiteración de tener el ave (más fuerte que todo porque representa su solidez emocional) o la mordedura a su tramposo compañero en la piscina.
Es grato hallarse con un filme tan diáfano, tan humilde pero bien hecho, con un mensaje claro, una mirada a la infancia, tan importante por la pureza y el arco iris que se merecen en un mundo que lastimosamente les toca a muchos ser duro desde antes de lo previsto. Se trata de calidez de principio a fin. Y eso irradia al observador.

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