sabato 31 agosto 2019

En la selva no hay estrellas - Armando Robles Godoy

questo film aveva vinto un premio al festival del cinema di Mosca, poi si era persa per 30 anni.
i miracoli succedono e si può vedere l'opera di un grande regista e intellettuale, meno male.
il protagonista vuole sempre vincere, rubare, prevaricare, nonostante tutto e a qualsiasi costo, insomma un umano come tanti, come troppi.
il film non è lineare, si va avanti e indietro nel tempo, tutto si tiene e  l'insieme è un bello spettacolo, promesso - Ismaele




…Al comienzo del artículo se mencionó de cómo , y lo estuvo, hasta que no hace muchos años se encontró una copia en Moscú, donde fue exhibida y premiada la cinta, se cambió el soporte de celuloide a DVD, pero naturalmente en el proceso, y con el normal deterioro de los años en el positivo, algunas prestaciones de la filmación se perjudicaron; una lástima, pero mucho mayor hubiera sido la pena si el filme se hubiese perdido definitivamente. Sea como fuere, Robles Godoy manifiesta ya una de las características que acompañarán a su cine desde el comienzo hasta el final, y esto es, la forma, el tratamiento de su narración, quebrando la unidad espacio temporal, invadiendo de onirismo la realidad, haciendo que la línea divisoria en los dos casos mencionados se disuelva completamente, un elemento siempre apreciable en un cineasta. En ese sentido, el mayor quiebre o ruptura de la linealidad viene a ser la irrupción del elemento femenino, la fémina que surge del fuego, fogosa alegoría, una secuencia lenta, silenciosa, oscura, parsimoniosos y cortos planos, muy a la época también el tratamiento de la secuencia sexual, sintiéndose alguna influencia de Antonioni. No hay una estructura convencional en Robles Godoy, tanto en su narrativa como en su expresividad, se percibe una densidad que no desaparecerá jamás, ni de la cinta, ni de su cine. Asimismo observaremos otras de sus siempre presentes formas en su estilo, y es que su lenguaje es alegórico, siempre hablándonos a través de figuras, de imágenes, de metáforas, de elipsis, una mujer que surge del fuego, un hombre que realiza algo para inmediatamente hacerse analogía a su infancia, el lenguaje del cineasta estuvo siempre con los nortes bien definidos. Y esto va de la mano con su inclinación onírica: es sabido que el extraordinario cineasta clásico nórdico Alf Sjöberg dejó imperecedera impronta en el peruano, y para el conocedor de la obra del sueco, no hacen falta mayores explicaciones, el estilo y directriz del cine de Robles Godoy es perfectamente coherente. Así, surgen esas alegorías como parte del inconsciente del protagonista, surgen como actos reflejos mentales, lo cual resulta bastante evidente cuando se visiona la cinta, y esto nos va diagramando mucho de la personalidad del personaje, de su interior, de sus recuerdos, de sus miedos. Robles Godoy nos dice en una entrevista que la cinta trata de la soledad, pero no la soledad del forastero protagonista, como afirma que erróneamente se pensó, sino la soledad de la selva, la soledad que probablemente él experimentó viviendo allí, el título ya nos va deslizando algo al respecto. Una cinta que casi se nos pierde para siempre, pero felizmente recuperada, una cinta que se vio enriquecida y favorecida por capitales argentinos en una época en que en el Perú la calidad de producción cinematográfica era demasiado artesanal, incluso el protagonista, Ignacio Quirós, argentino, vino junto a técnicos compatriotas suyos a trabajar en la película. Robles Godoy, nacido en Nueva York, pero de padres y de corazón peruanos, es para muchos, y para quien escribe, el mejor cineasta que el Perú ha producido. Su sensibilidad y su fuerza nunca desaparecerán, y es esta una cinta que él amó, digna de apreciación.

Mediante una serie de saltos temporales intercalados en el metraje, Robles Godoy logrará una innovadora deconstrucción del tiempo que conectará en la misma linea argumental tres espacios diferidos de la existencia vital del protagonista: su infancia dominada por la pobreza y la miseria, su madurez en la que se seremos testigos de la verdadera identidad de este siniestro personaje que no es otra que la de un arribista sin escrúpulos que incluso llegó a ejercer labores como asesino a sueldo contratado por los terratenientes explotadores de las tierras vírgenes para asesinar a los líderes indígenas partidarios de la revolución agraria y su presente como moribundo sin rumbo predestinado a un destino fatal. Además de la ingeniosa apuesta temporal surtida por Godoy, la cinta ostenta un acabado fílmico de primera categoría así como de un potente sentido del ritmo apoyado en una poderosa puesta en escena que recuerda a las grandes películas de aventuras de Hollywood como La presa desnuda, Deliverance o La presa de Walter Hill por su apuesta en retratar la batalla por la supervivencia llevada a cabo por el hombre en un entorno natural agreste y hostil lo cual ayuda a impregnar la obra de una atmósfera opresora plena de claustrofobia.

Robles Godoy dotó a su película de una musicalidad plena de poesía, siendo los sonidos de la selva y sus silencios la principal banda sonora que acompaña al espectador en la desesperada epopeya infernal dibujada con el fino estilete de un artista. La cinta mezcla de forma admirable unos profundos travellings y nerviosas tomas filmadas cámara en mano con otros planos en los que se nota la pausada y calmada mano maestra de un virtuoso del séptimo arte. De este modo los saltos temporales bosquejados a lo largo del film no acabarán siendo un presuntuoso ejercicio de estilo vanguardista sino que estos mismos serán el argumento que ofrecerá un sentido lógico a la propia sinopsis del film. Igualmente el film encierra una feroz crítica en contra de las agresivas políticas anti-indigenistas llevadas a cabo por los gobiernos peruanos que diseñaban sus decretos desde despachos situados en cómodas y deshumanizadas ciudades, siendo por tanto una obra de la que brota un valiente canto en favor del ecologismo y de la conservación natural del medio sin ingerencias impuestas por la mente humana. A este espíritu crítico se une la denuncia inserta en la espina dorsal del film en contra de la avaricia, la mezquindad y el sórdido egoísmo que impera en el hombre occidental, hombre éste que ha abandonado la solidaridad en favor del la vileza en su forma de concebir las relaciones humanas. Sin duda, En la selva no hay estrellas es una película que causará una más que grata sorpresa a todos aquellos que piensen que el cine latinoamericano clásico fue ajeno a los lenguajes más intrincados y complejos surgidos en la maravillosa década de los sesenta.

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