mercoledì 12 settembre 2018

El Niño - Daniel Monzón

passano 5 anni, dopo Cella 211, per un altro film di Daniel Monzón.
protagonista, non unico, Luis Tosar, nella parte del poliziotto alla ricerca dei trafficanti di droga.
ritmo serrato, come si deve, colleghi affidabili, ma non tutti e sempre, el Niño è un giovane e capace trafficante, difficile mestiere, fra il Marocco e Gibilterra.
arrivare ai piani alti dei trafficanti non è facile, quelli sono inglesi, e non si possono toccare, la polizia è impotente, ma non sempre.un film d'azione fatto benissimo, mai passato al cinema da noi, ma si trova, se uno vuole.
buona visione - Ismaele





Daniel Monzón vuelve a dar en el blanco con una producción ambiciosa que sería un delito perderse. Es buena. Es entretenida. Y tiene un reparto de lujo encabezado por Luis Tosar y Jesús Castro como binomio protagonista a ambos lados de la ley. Monzón demuestra nuevamente que si aborda un tema lo hace con todas las consecuencias. En esta ocasión brilla además la fluidez y el excelente ritmo narrativo que viene impuesto desde el guión que firma el propio director junto a Jorge Guerricaechevarría. No era fácil contar una historia como ésta a dos bandas, desde los dos lados de la ley, manteniendo ese protagonismo bicéfalo de Tosar como policía y Castro como delincuente en ascenso, ambos rodeados por un puñado de personajes secundarios construidos con gran solidez y que tienen un desarrollo pleno como tales en la trama. Un ejemplo de la fluidez con la que se desarrolla la película, manteniendo siempre una intriga constante, es la manera en la que narran la evolución de la relación sentimental del Niño y el progreso de la operación de narcotráfico, sin que lo sentimental frente en ningún momento la narración principal ni se convierta en lastre de la misma o desvíe la atención del espectador. Otro ejemplo de lo bien construida narrativa y visualmente es su forma de utilizar los cruces en las espectaculares y muy laboriosas secuencias de acción y persecución que van puntuando la historia del policía obsesionado y el joven traficante. Siguiendo estas claves, El Niño se convierte en un excelente ejemplo de cine policíaco en clave de las dos principales ramas de desarrollo del cine negro clásico…

El final de la película es prodigioso. Ese travelling con una vista aérea de los contenedores, de los centenares de ellos, apilados a la espera de ser embarcados, nos transmite un desalentador mensaje que tiene que ver con aquello de una aguja en un pajar (no desvelo más). Este final lo pone en relación con el principio de la película donde una grúa parece bailar entre los containers, pero también con la escena de la mítica saga de Indiana Jones, aquella en que los tesoros se almacenaban en un almacén inabarcable a nuestros ojos.
Tan solo dieciséis kilómetros separan un mundo civilizado de otro que parece serlo. Pero solo lo parece porque este último es permisivo con la plantación de droga o la salida indiscriminada de lanchas, gomas, de pequeños botes donde las mafias de tráfico de humanos hacen su agosto. Son terribles (no por cotidianas dejan de serlo) las imágenes de ancianas dobladas por los enormes fardos que portan (pueden pasar por la frontera todo lo que lleven encima), pero más dramáticas son aquellas en las que se ve a la policía marroquí hacer la vista gorda (previo unte) con el trasiego de la droga a las planeadoras. Terrible. Daniel Monzón ha realizado una gran película, con personalidad. El Niño es uno de los mejores proyectos de la nueva temporada que seguro cosechará muchos premios nacionales e internacionales.

Aunque, en opinión del que esto escribe, ese defecto termina repercutiendo en lo que se podría haber esperado de una película como la que nos ocupa, lo cierto es que por otro lado tanto el oficio que muestra su elenco (haciendo a un lado a Jesús Castro, los Luis Tosar, Eduard Fernández, Bárbara Lennie o Sergi López están perfectos, muy en su línea habitual), como el de un cineasta que consigue no caer en la rutina y exponer con la suficiente fuerza (y algunas necesarias notas cómicas) lo que se presupone debe ser una propuesta como El niño, terminan decantando la balanza en su favor y componiendo una de esas cintas por momentos disfrutable y con la capacidad de no dar al espectador excesivas consignas como para que este se adelante en las pesquisas realizadas por el personaje de Tosar.
Si bien es cierto que ante el nuevo trabajo de Monzón podrían haberse pulido más algunos aspectos o haber evitado caer en lo obvio y mánido en otros (como el secundario graciosete y robaescenas, la estirada subtrama romántica, etc…), El niño termina siendo un thriller satisfactorio de buena factura e interpretaciones adecuadas que, si bien no permanecera en el recuerdo durante mucho tiempo, como mínimo eleva la media dentro del género en un país demasiado acostumbrado a calcar el modelo USA sin añadir unas constantes que aquí se perciben como un pequeño acercamiento a lo que esperemos en el futuro pueda ser cine de género con una entidad y señas propias.

El niño
Daniel Monzón dirige con maña
esta trama de buena acción,
aunque es mucho más huraña
su pericia en interpretación.
No se puede negar
que es cábala entretenida.
No es tan fácil narrar
con la fluidez obtenida.
La frontera hasta los sueños
es difícil de cruzar.
Las riquezas tienen dueños
que no se dejan timar.
Coger la vida con fuerza
puede ser alternativa,
pero puede que se tuerza
y te suelte a la deriva.
Los policías benignos
llevan magia en su papel,
interpretan bien los signos
y se expresan con la piel.
Otra cosa es el niñato
y el tropel que le rodea.
Ellos no salvan el trato,
no emociona a la platea.
Timorato personaje
que sirve como modelo.
Como maniquí de traje
no importa que seas hielo.

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