lunedì 1 marzo 2021

Viaje a los Pueblos Fumigados - Fernando Solanas

Fernando Solanas gira un documentario sull'economia dell'Argentina (e non solo).

dal 1492 c'è stato un genocidio (qui uno degli innumerevoli esempi) degli abitanti indigeni, in tutta l'America, senza rallentare mai, con poche proteste nel mondo; negli ultimi anni si aggiunge, dimostra il film, lo sterminio dei contadini poveri, attraverso Monsanto, la soia e i veleni chimici che stanno nel cibo che mangiamo, anche questa volta impunemente.

quello di Pino Solanas è un testamento, un avvertimento, un grido di dolore, che nessuno di noi si senta escluso, siamo tutti coinvolti.

nel film c'è, tra le altre, una, commossa e commovente, intervista ad Ana Zabaloy (morta di cancro in questi giorni, leggi qui)

ps: Pino Solanas dedica il film a papa Francesco (qui un loro incontro) e alla sua enciclica Laudato si.

 

QUI  il film completo, in spagnolo, con sottotitoli in spagnolo

 

 

 

Nella provincia di Salta, nel nord dell'Argentina, vengono eliminate foreste secolari per far posto a enormi piantagioni di soia. Gli agricoltori indigeni vengono cacciati dai loro villaggi e non sono più autorizzati a utilizzare le strade di accesso che sono state ora privatizzate. Gli erbicidi vengono spruzzati e le malattie si stanno diffondendo. Immagini dure che testimoniano di crimini ambientali commessi dall'agricoltura industriale con il consenso dello stato e che raccontano delle conseguenze sociali della monocultura e degli effetti devastanti dell'uso incontrollato di sostanze chimiche sullo sviluppo degli embrioni. Ma come liberarsi dal circolo vizioso di sistemi corrotti da cui gli stessi consumatori sono ingannati? Le alternative ecologiche costituiscono una reale possibilità?

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dice Pino Solanas:


–¿Qué fue lo que más le impactó al investigar la producción de alimentos con agrotóxicos?

–Lo que me llamó la atención es la desinformación de la población, porque la población sufre muchas enfermedades que cuesta diagnosticar. Vivimos en un mundo de una alta contaminación. Por ejemplo, en la ciudad de Buenos Aires vivimos con un smog altamente contaminante y es una ciudad que todavía no nos informa cuál es la tasa de contaminación del día. Las grandes ciudades del mundo marcan todos los días en sus noticieros y en sus diarios cuál es la tasa de smog y de contaminación. Dicen: “Mañana los autos impares no entran más a la ciudad”. Reducen a la mitad el parque automotor y toman medidas. Las aguas también tienen índices de contaminación. Si agarramos un vaso de agua y lo analizamos encontramos algunos problemas, pero la dosis es insignificante, se dice. El tema es que esta insignificancia junto a la que traen los alimentos, todo suma, y mucho. Lo más sorprendente es que no existen investigaciones públicas, programas de investigación en hospitales y en universidades sobre las consecuencias de la salud de la población de las fuentes de contaminación. Y esas fuentes de contaminación vienen por dos orígenes. Uno es que la industria química hace varias décadas comenzó a meterse en la industria alimentaria: conservantes, colorantes, saborizantes, etcétera. Después, la producción de vegetales, hortalizas, frutas, yerba mate, todo se hace con pesticidas, fungicidas y agrotóxicos. Algunos dirán: “Qué exagerado. No son agrotóxicos. Son agroquímicos”. Y otros dirán: “No son agroquímicos, son fitosanitarios”. Estas sustancias químicas son tóxicas, algunas en reducida medida, y otras, en gran medida.   

–¿El motivo del empleo de los agrotóxicos es que permite una mayor rentabilidad del negocio del agro o hay otros factores que intervienen?

–En el fondo de esto, está la búsqueda de los productores de una mayor eficiencia productiva. Eficiencia productiva quiere decir producir más cantidad a menor costo. Esa ecuación de producir en escala, reducir los costos y reducir la mano de obra ha llevado a este modelo. La siembra directa con la receta de la semilla transgénica que prospera si está rodeada de una batería de agrotóxicos o herbicidas eliminó el 90 por ciento de la gente en el campo. 

–¿Por qué no está prohibido el uso de glifosato en la Argentina si, de acuerdo a lo que se desprende del documental, está comprobado científicamente que produce malformaciones en los embriones, cánceres y retardos mentales, entre otros efectos?

–Este es el gran problema y por eso hacemos este documental. Si esto estuviera bajo control, a lo mejor no tendría mucho interés la película. Yo he buscado con estas películas colocar la lupa sobre algunos grandes temas sociales de la Argentina contemporánea, no sólo para dar testimonio sino para abrir el debate. Ninguna película tiene la posibilidad de tratar a fondo un tema. Lo puede tratar un libro o una investigación, pero la película tiene la ventaja de que es un campanazo fuerte que te abre la ventana hacia un paisaje desconocido. La gente debería empezar a preocuparse de cómo se producen los alimentos que come. Y no ir y comprar en el supermercado esa verdura sino buscar algunos de los negocios que venden verdura orgánica; digamos, agricultura ecológica. En general, la exigencia del hombre y la mujer contemporáneos es tal que comenzaron a delegar en los fabricantes de alimentos la calidad, con qué y de qué manera se producen los alimentos. Nadie sabe cómo se producen. “Esta marca es importante. Yo confío que esta marca está colocando lo mejor”, piensa la gente. La realidad es muy otra. El gerente de la gran empresa o la multinacional que produce tiene como objetivo cumplir con la pauta que la dirección de arriba le ha marcado: pauta de producción, pauta de insumo, pauta de costos. Su rol no es cuidar la salud de la población…

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Adopting a tone of anger and exasperation at his country’s failure to quell what basically amounts to a wide-scale poisoning of its people, Solanas jumps from location to location to interview as many victims and experts as possible. He even inserts himself into the action, getting a blood test that reveals he has abnormally high levels of a toxin used to fumigate crops. But his problems seem minor compared to the scores of malformed babies we see in one harrowing sequence set in a maternity ward, or to those of an indigenous family living like vagrants on what used to be fertile land.

This is not the first documentary to deal with the evils of agribusiness — Food, Inc.The World According to Monsanto and Our Daily Bread are all good examples— but in terms of showing how a single nation has suffered under widespread farming techniques imposed by foreign corporations, Journey is a necessary addition to the canon.

Operating the camera along with Nicolas F. SulcicSolanas shoots things fast and efficiently, showing little concern for giving us pretty pictures (some footage looked blurry in places; lots of images are desaturated). Cutting by five credited editors pieces dozens of people and places together in a short time span, making for a dizzying effect that further underscores the direness of the situation…

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Por supuesto, Solanas no se queda en la denuncia y también entrevista y visita a los integrantes de Naturaleza Viva, Remo Vénica e Irmina Kleiner, un proyecto de agricultura orgánica y agroecológica que es un ejemplo en el mundo. La lucha de la pareja por la supervivencia fue retratada de forma maravillosa por Juan Baldana en Los del Suelo (2015), film que narra su huida de las autoridades militares y su vida en la clandestinidad durante toda la última Dictadura Militar. El realizador también releva en Viaje a los Pueblos Fumigados otros proyectos con conciencia rural agroecológica que producen alimentos orgánicos y proponen otro modelo de desarrollo sin soluciones químicas contaminantes. Solanas regresa así nuevamente al documental de barricada para advertir sobre una cuestión que cada vez hace más ruido y necesita difusión, para frenar a las corporaciones multinacionales y sus cómplices locales en su intento de envenenamiento de la población, para poder construir una soberanía alimentaria como proponen organizaciones internacionales como Vía Campesina.

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